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AL MUSEO DEL ORO, LA ABARCA DE CHIMÁ.


Lado izquierdo de FELIX HOYOS LEMUS, vemos símbolos emblemáticos de fotografías de pies cubiertos por Abarcas Tres Puntá, muy parecidas a las originales que en el pueblo de Chimá, hicieran los antiguos habitantes. Aquellas otras, eran confeccionadas con menos espesor de látigos.

 

Configurando culturas ancestrales a  manera del  mismo acento del folklore venido de la prehispánica.  La abarca Tres Puntá, contextualiza  un patrimonio ancestral. Esta que  exhibimos,  es otra, pero sus  caracteristicas  denotan  su registro al Museo del Oro de Bogotá,  retomando la identidad chimalera.




CRÓNICA: HUGO MIGUEL BUELVAS POSADA: REVISTA MILENIO 2024:


Del maestro Noam Chomsky, aprendimos a conocer la lingüística sobre la Gramática Generativa.  Para el intelectual, hoy rayando los 96 diciembres, el lenguaje es como el eco del viento o los aires encontrados del pensamiento.

Premisa que nos conduce introducirnos en dos mundos humanos: el rural y el metrópolis. El primero, coloquemos el pueblo de San Emigdio de Chimá o también Pinchorroy. Sitio geográfico, tal vez único de la historia, con cuatro fundaciones diferentes, creyendo la primera, año 1535.


La Era de Pinchorroy, cacique ZENÚ, pudo existir sobre el entorno poblano de Ciénaga, en tiempos remotos de la prehistoria, sin poder descifrar aún este 2024.  Factible ahora, ya vivirse la Era Postmoderna y tirando características a la Ultramoderna, los tiempos del cacicazgo Zenú, se usaba la trenza hecha con ripios de maderos, de forma manual. Según el alcance intuitivo que nos aporta la naturalidad humana; el habitante de tal época asentado sobre los barrancos de la Ciénaga, hoy Chimá, pudo ser el primer hacedor de la abarca rural o la conocida Tres Puntá.


En ese entonces, el llamado indio por el Colon, la abarca primera fue confeccionada con cepa secada de plátano, pero solo usada en los tambos. Mientras que, más tarde, es fabricada con pieles de animales silvestres abundante en las selvas adyacentes.  Descubrimiento hecho ahora que, comenzamos a tertuliar con FELIX HOYOS LEMUS, decirnos cosas del pueblo de Chimá. Claro, sin aparecer registros bíblicos  algunos.


La albarca o abarca es un tipo de calzado rústico elaborado principalmente en cuero crudo, que cubre solamente la planta de los pies, y se asegura con el látigo (término del Sinú) sobre el empeine y el tobillo. Siendo representativa del precolombianismo.  Inclusive, la Abarca Tres Puntá, continúa usándose en los sitios rurales y urbanos del Departamento de Córdoba, alrededor del 23,56%. Cuando entre 1,500 y 1,930, era de uso total en nuestro territorio. La abarca del Sinú, va aparejada a la Cama de Lienzo o de Lona y a la misma hamaca de plátano.


El devenir lingüístico de la etimología, hallado en la palabra castellana Abarca, es de origen prerromano, ahí donde estalla o concita el mundo grecorromano. Lo cual nos demuestra, todos los seres de la época antigua usaron abarcas, pero en otros estilos a los nuestros. No obstante lo etimológico asaltarnos dudas la originalidad de la  palabra Abarca o Albarca, sea o no procedente del Vasco Abarka.


En este contexto literario,  no podríamos tildar al sabanero sucreño Abarcú.  Siendo un desorden linguistico. Debido que la originalidad ancestral de la Abarca Tres Puntá, también se entrelaza con la  música popular a la que llaman Porro. Esa misma sociología  rural, aparecen otros componentes: el garabato, la mochila de pita, el calabazo, el balay, el pilón y la piedra de amolar.


Félix Hoyos Lemus, muchacho que veíamos sentado al borde de taburetes de cuero y madera, pegado al margen de corredores o de quicios poblanos del otro Chimá, vestido de camisa blanca y pantalón kakis, leyendo libros, a sus regresos bogotanos, es hoy el personaje principal del presente ensayo periodístico.


Además de abogado común y especializado, profesor universitario, encharcado sobre los lares de la Bogotá Metrópolis, tras sus pasos por diversos  suelos continentales; acucioso compositor de música popular, religioso de San Emigdio, comelón de panocha e coco suavizada con café, mirador de las sabanas capitalinas; es considerado Embajador de la Abarca Tres Puntá de su natal tierrita natal.


Félix, se embruja  por las mañanas y por las noches, mirando y consintiendo sus primeros calzados: las abarquitas de látigos negruzcos alzadas sobre los estudios privados. Las costumbres ancestrales de la Abarca Zenú, las hallamos en Félix Hoyos Lemus, al ponérselas como relajes y destrezas cotidianas.


Es este chimalero,  devorador de panocha e coco, arroz encocado revuelto de cheritas fritas, mazamorra de maíz chorote; el primitivista de la Abarca de látigos, adornados con el frío bogotano, allí, donde rompe el ruralismo con la metrópolis generando la dialéctica del costumbrismo parroquiano.


En ese cruce de vientos en que el hombre fija pensamientos; encontramos rasgos de la archiconocida abarca menorquina, la abarca vasca, la abarca castellana, en sí, la   más primitiva y tosca de todas, la calzaera, bastante habitual. La chimalera de los años prehispánicos. Don Félix, tiene el encargo de meter su  abarca chimalera al Museo del Oro.

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