Foto: Imágenes que recogen legados de la “Costurera a mano”, laborando sobre un espacio ambientado cubierto de árboles, significando los valores de la mujer de oficios artesanales.
Su espacio geográfico demarcan muestras, ser un lugar campestre, muy dado al arte del oficio ancestral, y que, lo asociamos con la socio cultura del Sinú.
Situar el contexto sociocultural de la “Dama, matrona o mujer” envuelta al oficio de la “costura”, concierne en las costumbres del Río Sinú, respecto su ámbito de civilización; procedente de la raza precolombina ZENÚ.
Tras recorrido imaginario orbital, bien podemos afirmar hoy: la historia de la costura, continua tan palpitante y presente en nuestro día a día. Importante volver al pasado de la niñez, nacidos en un hogar donde lo más visto y apreciable, era “la costurera de ropa”. Por tanto, fueron espacios en los cuales, el chiflido, los cantos, los cuentos y las anécdotas, realizaciones de nuestros adultos mayores; hacían entretener festines hogareños entrelazados con el arte de las mujeres costureras.
Abuela, madre, tía y hermanas, linearon los moldes de la “costurera” ancestral y artesana, proveniente de la antigüedad. Que ahora, mucho más de medio siglo, corresponde razonar, reconociendo estímulo a la “Dama de la costura”. Un registro venido desde inicio de las sociedades patriarcales y, como tantos conocimientos femeninos. Oficio como la “costurera” a mano, el telar y el bordado, cosas que hoy en día, viviendo en otros mundos, constituyeron enseñanzas, siendo compartidas a la vez, entre las mujeres de generación en generación en un arte perpetuado en ellas.
El Gran Valle territorial Sinú, al espacio referido hoy, bien puede decirse, hubo pocas mujeres o damas costureras. Pero, ese afán cotidiano de la cultura artesanal, merece ser cobrado en las actuales circunstancias. Dada la historia más antigua que la existencia de la moda. Agradecidos debemos sentirnos todos con el oficio noble de la mujer costurera.
A nivel del mundo antiguo, las madres de los grandes pensadores, fueron costureras. Destacar por tanto, su creación natural de confeccionar un vestido, algo sobresaliente y valeroso, que, las Naciones Unidas están en deudas de reconocer tan noble oficio casero, ejecutado a través de la ama de hogar.
Interesante su historia profesionalmente a comienzos de las primeras prendas conocidas, originarias del Paleolítico, que tenían la protección contra el frío y estaban hechas de materiales aprovechados de los animales que eran para la alimentación. Las pieles curtidas eran unidas unas a otras con ayuda de los huesos.
Siendo entonces, el uso de la lana animal como primera ropa hace alrededor de 25 mil años. Siendo los primeros ensayos en Egipto y la China. Aún, el bogotano tradicional, conserva vestidos hechos a base de lana de animales.
De recordar la niñez en el pueblo de pocas casas de bahareque. Pero con el entonces Río Sinú, abundante y caudaloso de su corriente hídrica, en que, la abuelita “Ana Dolores”, la madre “Ana Carmela” y la tía “Guillo”, hacia los años 30, recién llegadas al lugar Mateo Gómez, confeccionaban sus primeros vestidos a mano. Legado atribuido a la hermana “Ana del Carmen”. Hoy por hoy, sin equívocos, la “costurera modista”, del pueblo. Las flores son para quienes la merecen.
Pues, tras vivir sobre el modernismo globalizado; conseguimos mujeres en hacer vestidos y demás objetos a fuerza de la mano. Siendo, el único oficio en conservar su identidad original.
Interesante historia válida de asociar en el trabajo literario, propuesto por la Revista MILENIO, más de sus 18 años existentes. Recobrar tan loable cultura y tratar de publicar asuntos de “costureras y modistas” en “Historia Doble del Sinú”. Claro está, acompañado de otra serie de acciones emanadas de nuestro emblemático Sinú. Que no solo “guerras y violencias”. Siendo un espacio donde caben todas las culturas humanas.
De la sociocultural Sinú, fundamental acotar la evolución de la costura y el nacimiento de la moda. Fue entonces, a partir de la edad media, la ropa se hizo más elaborada, con mangas, barras y bordados. Siendo la máquina de coser y la evolución de la industria textil. La invención de la máquina de coser marca “Singer” tiene surgimiento a partir de 1907.
Hoy recordar subsiguientes décadas, es registrar el calor benéfico a las mujeres más pobres de la cuenca Sinú. Conociendo y viviendo nuevos espacios, pasar de lo rústico a algo novedoso. Moldeando otras prácticas, el trazar un vestido con rayas paralelas mediante la tiza al hoy, marcador, entre otras, desechar el papel. Muy cruel, los tiempos de la costurera antigua, cosiendo alumbrada por mechones, en las noches oscuras y tenebrosas.
Decir también, la costurera artesanal ha sido motivo de explotaciones del capitalismo empresarial. Teniendo como único remedio, acudir a las fábricas, obligada a trabajar 14 horas continuas, devengando solo miserables sueldos.
El trabajo de la costurera, entre “sastres y costureras”, para ser más claro, se dio con mayor regularidad los años 1565- 1570. Puesto que en el siglo 17, solo las gentes eran reconocidas como profesionales. No obstante afirmar: el arte de coser, en estos días, merece de mucha atención, mantener dedicación y compenetración, de parte de la costurera o modista.
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