EL SALADO HOY, LO QUE AYER NO FUE
- mileniolarevista
- 7 mar 2023
- 6 Min. de lectura

(Crónica MILENIO)
Atrás dejamos un montón de cosas, entre carreteras, gentíos, cerros, serranías, quebradas, arboledas tropicales, luego de un recorrido en automóvil escueto, que el brisar de los aires chocaba contra el espacio y el tiempo empleado; para pernoctar inicialmente sobre las laderas de El Carmen de Bolívar; uno de los quince municipios integrantes de la histórica y mítica Subregión “Los Montes de María”; más bien tomarnos un refresco, para proseguir la gira con destino al sitio de los hechos de barbaries, protagonizados exactamente 23 años antes y entrarnos al propio corazón de lo que aún sigue representando una de las “masacres” más crueles de la geografía colombiana.
La meta del proyecto periodístico giraba pisar primeramente el terreno del horrible epicentro, llamado “Villa del Rosario” (El Salado) como se le conoce comúnmente, de acuerdo con archivos históricos aparece fundado en el año 1812, contando hoy 211 años. Toponímicamente su remoquete, porque el agua que le llega en abundancia no es consumible por su sabor a sal. Que a los 188 una incursión de hombres armados hizo cambiar el buen vivir de sus habitantes. Sitio ubicado en jurisdicción municipal de El Carmen de Bolívar del mismo departamento.
Partiendo de la cabecera, para meternos a Villa del Rosario, era incesante el revoleo de ojos mirando para todos los lados, encontrando y conociendo el sistema de significativas colinas, contando con la asesoría geo histórica del profesor Benigno Ramos, pudimos establecer las riquezas del subsuelo territorial en donde aparece el Acuífero de Morroa y muchas reservas de gas natural. Algunos se preguntarán, por qué Morroa, región sucreña quedando ubicada a altas distancias. Precisamente: Villa del Rosario (El Salado) es el corregimiento de El Carmen de Bolívar, con mayor extensión territorial de Los Montes de María.
El principal objetivo por llegar a El Salado, radica en conocer gran parte de su historial, solo para crear conciencia entre la actual sociedad, y que, el guía turístico, nos alimentaba de sus narraciones por el largo recorrido. “Mucho antes de las masacres el pueblo dibujaba cosas muy distintas, se vivía prósperamente. Existiendo una asociación comunitaria de 100 mujeres dobladoras de los ripios del tabaco. La producción tabacalera era para sostener a todo el mundo, grandes crías de cerdos, vacas y aves de corral”, entre otras de las narraciones del docente.
Abordados por el vehículo, el tiempo recorrido desde Montería, con el libro “La Masacre de El Salado”- Esa guerra no era nuestra. Trabajo literario editado por El Centro Nacional de Memoria Histórica, posado entre las piernas, aprovechamos leer importantes apuntes. Por cierto persuadirnos de la magnitud criminal de la masacre de El Salado siendo una de las más atroces del conflicto contemporáneo de Colombia. Entre horribles momentos días y noches, la cruenta matanza a sangre fría, ejecutada por alrededor 150 paramilitares tuvo lugar durante los días del 16 al 21 de febrero de 2000. Segundo año del periodo presidencial del ortodoxo conservador, Andrés Pastrana Arango, tras hacerse elegir Jefes de Estado por medio de una popularidad ganada dentro del Estado Mayor de la guerrilla FARC, al mando del extinto “Tiro Fijo” o “Don Manuel” como lo llamara Pastrana al dejar su silla vacía en un acto crucial para firmar acuerdos de Paz.
Recordar 23 años después, tan fantasmal suceso sobre la subregión Montes de María, periodo de terror y dolor humano registrado en El Salado, que por acciones paramilitares copó gran territorio de Colombia, catalogado Ciclón de Violencia fue materializado en 12 masacres dejando la totalidad de 351 víctimas fatales. La de El Salado, sucede al parecer por equivocación al perseguirse a un líder cabecilla de las entonces FARC, supuestamente refugiado en este lugar.
LA NUEVA CARA
Al cabo de andar los 18 kilómetros partiendo de El Carmen de Bolívar, donde un muchacho vendía aguacates en una porcelana o ponchera sumida y descolonizada, divisamos el olor a “cachimba” de tabaco humedecida, y percibiendo las primeras casas de El Salado. Años largos pensábamos en untarnos de esa nueva masa humana y escribir cosas distintas al horrendo episodio de la masacre.
Al parar el auto sobre una esquina cerca a la Casa Cural, comenzamos a sentir otros ambientes Entre ellos: Aires de música de acordeones, guacharacas, voces melodiosas, bailes, risas, sueños profundos, caminar de a pie, reírse, conversar entre grupos por las noches en las callecitas alargadas y angostas. Leer algunas historias patria. Sentarse sobre las terrazas; aunque siempre sintonizados en el dolor humano dejado en el pueblo, por el reguero de balas y el olor a plomo; es el vivir del habitante de El Salado, exactamente 23 años después de la horrible masacre de nativos pueblano.
Hoy, el habitante adulto y cabeza blanca tupida de canas; el moreno quemado jovenzuelo, el muchacho estudiante y andante callejero, ocupan los tiempos libres para cantarles a la nueva vida.
Por las noches a las altas horas es poco el miedo y el temor del vecino saladero que pudiese sentirse. Más bien, 23 años después de la Guerra Armada Paramilitar, se respira otro ambiente pueblerino. Es como percibir a Eloisa, una longeva mayor permanecer en la cocina artesanal colando el café en bolsas de trapos.
En ese mismo calor humano fraternal, por los ramales tupidos y verduzcos causa alegría escuchar el trineo de los pajaritos, así como el canto de la rana encuevada y el ladrido de los perros en el día y la noche.
Ahora también, muchas personas que fueron testigos de la cruenta masacre de febrero del 2000, sus pensamientos retomaron el sendero de crear ideas y discusiones públicas en altas voces.
Por lo consiguiente nadie nativo y sobreviviente de la masacre paramilitar del 2000, desea a recordar en silencio aquellos momentos de violencia, en los cuales, abundante grupo de víctimas jóvenes, entre estudiantes, trabajadores y campesinos fueron asesinados a sangre fría, camuflados de guerrilleros dentro del parapeto “Falsos Positivos”, hecho que hoy enloda a muchos personajes de la actividad partidista nacional, pero andando libres como el volar de las hojas hasta sin tropiezo alguno.
Meterse en un vehículo descubierto con destino al pueblo El Salado, es haber retornado a los años del siglo 20, en donde la tranquilidad del pueblo era total y de un ambiente de paz. Entre tanto, año 1994, su población habitada llegaba a siete mil almas libres. Hoy al verse otros rostros, podamos hablar de cifra superior a 10 mil, debido al retorno de muchas familias desplazadas por la violencia.
Cuando pese a intervenciones de órganos judiciales, solicitando pagos económicos a las víctimas vivientes, pocas han sido beneficiadas, no obstante haber aún personas estigmatizadas por los mismos grupos armados ilegales. Pues entonces, hasta la presente, familias víctimas de la violencia en los Montes de María han logrado, 23 años después, 83 hectáreas, existiendo la posibilidad de reiniciar de nuevo el cultivo del tabaco. Especialmente en jurisddiones de los municipios, Carmen de Bolívar, Córdoba, San Juan de Nepomuceno, de acuerdo confirmación de la oficina de Restitución de Tierras en Cartagena. Gran resultado de 455 fallos en restitución de tierras relativo al Departamento bolivarense.
Sobre este eje, la Unidad de Restitución de Tierras –URT- hizo mención a un total de 19.410 hectáreas, solicitadas en una ruta individual respecto a las comunidades campesinas del orden de un millón 495 mil 888 hectáreas que favorezcan a comunidades étnicas. Informes de fecha 28 de enero de 2023.

En todo caso, la población humana de El Salado tendría importantes beneficios en la adjudicación de tierras. Por ente, estos momentos transcurridos en el pueblo de la horrible masacre, hoy en día presenta otras facetas sociales.
Dado que, andar de a pie, cruzar el sitio adyacente a la escuela mayor y la casa católica, pararse en cualquier acera o esquina, penetrar a un ventorrillo a comprar una bolsa de agua, saludar a cualquiera y hasta entablar conversación es normal en -el círculo central de El Salado. Poder decir algo nuevo, el comienzo de la reconstrucción del pueblo que fuese asolado por 200 paramilitares.
“Villa del Rosario” o “El Salado” es una aldea de variables preciosidades. Verdor sobresaliente y de gentes amables. Aún décadas después de la pesadilla armada vivida, encontramos confusa la situación hallar una población centrada en historias de pocas horas a la semana con agua para ingerir. La hoy escasez de servicio de agua tratada en la vecindad bolivarense es culpa del total abandono oficial. “Aquí hubo un acueducto que por razones del conflicto armado también desapareció como los muertos a balas”, describe con la mirada hacia arriba una adulta mayor.
Pero, por sobre unos muros viejos, podemos apreciar algunos aljibes protegidos de baterías, solo para el sustento de lavado y regado de plantas. Por consiguiente los vecinos de El Salado, pueblo cumplido de 211 años urgen de agua de calidad.
Comments