EL CARRETILLERO: QUE LA CIUDAD CONFUNDE
- mileniolarevista
- 12 jul 2023
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Foto: La fijada del carretillero, entrometido en la ciudad nocturna, le hace recordar su pasado labriego y hasta confundirse con las luces, pero sentirse corajudo ante los contratiempos vividos en la pobreza y engaños.
Análisis sociológico: Hugo Buelvas Posada
CAPÍTULO 1:
Aureliano, se le llama el hombre viejón. Hallado al oscurecer el día y prenderse las luces.
Ser que entristece, viendo una ciudad iluminada, mientras su ranchito a oscuras y teniendo que, pagar muchos pesos solo por una bombillita.
El reportero caminaba afanoso por sobre un piso desquebrajado y encharcado. Mirando el reloj, ya marcaban las siete de la noche. Hora nocturna entremetida con el bullicio del mototaxista, el taxista y la gritadera de gentío, hasta sin saberse su rumbo. Un trayecto atravesado por el Río Sinú.
Aureliano, muy pegado a su carreta sucia y deteriorada. Conocido como el “carretillero”. Nos parecía hallarnos por los alrededores de “Pueblo Pescao”, otrora lugar en que, cundía el micotráfico y los cabarets.
El carrtillero, había perdido la razón, entre el fantasma de la noche reluciente. Ignorando donde quedaba su casucha.
¡Caramba!, expresó fríamente el viejón. ¿Ah señor de qué nos habla? Le interrogamos ligeramente. Aureliano, al notársele fatigoso, nos pidió una monedita.
En voz bajita, le preguntamos, ¡el por qué pedía una monedita!... El, cabeza gacha, trata de ocultar el rostro. Pero, alta la voz y dice: “este día ha sido grave, en el ranchito forrado de cartones, me esperan muchos familiares, esperanzados por tragarse un pan”, palabras desgarradoras de este hombre.
El momento vivido, un espacio de 35 minutos, conversando con Aureliano, donde el estruendoso ruido de las motos, los carros y los peatones, obstaculizaban los ecos; logramos entender el fenómeno de crecimiento poblacional, tenido en los últimos años, Montería, ciudad capital.
El solo hecho exhibido en Aureliano, resulta apuntarse a la problemática social del habitante o ciudadano de Montería. Claro ejemplo, que el Departamento de Producción de La Revista MILENIO, juega con dos ejes: la foto del carretillero y el paisaje nocturno de la ciudad capital.
Dos hecho que dictaminan o dinamizan la sociología urbana capitalina, de cómo el habitante de la calle se confunde entre el mismo entorno, más aún en horas nocturnas. El uno, Aureliano, hombre venido del campo por varias razones y dos, la ciudad lo desconoce.
Llegar Montería a sus 71 años de capital, aunque nos sorprenda muchos aspectos de situaciones adversas que la cataloguen, nuestro periodismo social y de la calle, inicia a partir de la presente publicación, una serie de trabajos, mostrando cosas positivas, aunque escasas y, muchos casos en donde, por supuesto, son responsabilidades a la incapacidad de los entes gubernamentales y las mismas políticas económicas, en todo el tiempo de 71 años o siete décadas.
El principal fenómeno, palpado en Aureliano, radica en concebir un trabajo formal a toda la ciudadanía que lo anhela año tras año. Por ende, hoy en Montería, bien podemos hablar entre 40 y hasta más de 60 mil personas de la población de comerciantes informales; al partirse de un censo y estudio DANE, alrededor de años recientes, cuando se informaban de 38 mil.
Sí de acuerdo el estudio, el problema gravita, igual al resto de ciudades del país, respecto el crecimiento físico, demográfico y económico: por lo que no vemos siquiera asomarse el tan anhelado “Desarrollo Humano”, es una clara situación en generar ese flujo migratorio del sitio rural a la ciudad. Tal como lo describe Aureliano: “salimos del campo buscando otras mejoras, pero ha sido peor”.
“Allá todos nos conocemos, pero aquí, vea usted este poco de luces que nos aturden y nos pierden”.
Hasta podríamos dudar el palabrerío de Aureliano. Puesto el análisis de su oración descrita, nos lleva a entender un poco más el nivel de “la ciudad”. Su estribillo, lo cotejamos de la siguiente manera:
“A la mañana siguiente despierto llena de angustia. Pasó el terror pero la visión de la noche anterior no puedo definirla como real o imaginaria. Se que salí y recorrí calles, que los estudios sobre lo obnominoso me sobrecogieron los sentimientos, incomodidad, desasosiego, no sé bien, pero recuerdo que poco a poco, me fui a recorrer la ciudad, a entregarme a ella. Ahora mi esperanza está puesta en esa luz del día, regeneradora de las formas, en esa luz que me devolverá mi ciudad en sus dimensiones correctas.
Todo volverá a diferenciarse, al quedar explicado perfectamente hechos sociales inconclusos, pobreza extrema, gobierno inoperante, país doblegado al imperio, todo ello pondrá cada cosa en su sitio”.
Pues entonces, el corto diálogo sostenido con Aureliano, uno de los varios centenares de carretilleros existentes hoy en Montería. Entre las actividades que se ejecutan dentro del campo informal, se encuentra el oficio de los “carretilleros”; el cual permite en transportar a través de carretillas arriadas sea por un caballo o a puro pulso, entre productos alimenticios y escombros.
La crecida tasa de informalidad existente en la ciudad de Montería, al parecer un problema poco complicado, ha sido factor de descuido y abandono por los hasta ahora: 55 alcaldes entre nombrados y elegidos, acompañados por los 284 concejales municipales, en los 71 años capitalinos. Un primer ejercicio a muchos por publicarse en MILENIO.
Espere Capítulo 2: Montería: ¿Ficción o Realidad?
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