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FRANCESES EN EL SINÚ: DOS SIGLOS DESPUÉS


Foto: Estronconamiento de selvas vírgenes,  el sacrificado labrador  Zenú, mestizo, negro y mulato, tomado como esclavo, es el reflejo exacto de la secuencia de fotografías, reviendo dos siglos antes. Al percibirse el hombre “blanco” de gorra, purito de sangre europea, haciendo las veces de mayordomo. Mirar al campesino desplazado, angustiado caminar por rastros oscuros, usando el machete en el estronconamiento de árboles, ganando algunas monedas.    

 

“Ellos, los franceses, son los encopetados responsables de la Desforestación de bosques, desaparición de la Flora y la Fauna silvestre, por tanto, el desastre medioambiental hoy vivido a todo lo ancho y largo del Gran Valle del Sinú. Dando margen, publicar nueva obra literaria: “Historia Doble del Sinú”, dadas las diversas guerras,  originadas por “las huellas” de la Tierra y el Agua. 

 

2ª Crónica: Hugo Miguel Buelvas Posada: Director Revista MILENIO 2024. 

 

Dos siglos, exactamente se cumplen este mes de marzo de 2024, del arribo de familias originarias de Francia a nuestro Valle del Sinú, sobre el 2,8% probable, de la andanada mayoría entonces, 11 millones de europeos al continente Suramericano. La enorme entrada del hombre de la Europa del siglo 19, primero pisando tierra colombiana y extendido por toda Latinoamérica, hoy, por ejemplo, constituye series de conflictividades sociales. 


La trascendencia sociopolítica, económica y cultural, denota referir doscientos años después, que entonces, del número 11 millones de europeos, MILENIO alcanza comprender que el 38% eran italianos; 28% españoles; 11% portugueses; 2,8% franceses, 2,7% alemanes y 2,6% rusos. Puesto relacionado con el número exacto recibido en Colombia, el 2,8 francés, de veras es bastante bajo. 


Lógico analizar en el presente, año 1824, la República de Colombia, aun saboreando los vientos de la Nueva Granada, contaba o registraba  2 millones 583 mil 799 habitantes, censados al tanto, al  no existir organismo de orden estadístico. De hecho, se siente la segunda invasión extranjera de millones después del español colonizador. El hecho, es enrumbado por cien años seguidos (1824- 1924), en este último, ya siglo 20, el país registraba alrededor de 7 millones 967 mil habitantes, aumentando de 20 a 28 departamentos. Entre tanto, el 91% llegada a Suramérica durante el siglo, se asentó en Brasil y Argentina, en menor  proporción Uruguay. El restante 9% se regó en: Cuba, México, Chile y Perú. 


Realizar cualquier narrativa explicativa, dos siglos más tarde, percibiendo un Valle del Sinú destruido ambientalmente de forma aberrante, denota afirmar hallarnos viviendo sobre “serias contaminaciones naturales”, sin temor alguno, pese el cruel paso, tanto extranjero como el criollo armado, para intimidar al pobre. Consabido de hechos, solemos hablar de las tantas “Guerras del Sinú”. 


“Tierra y Agua”, dos aspectos donde son marcadas las “huellas” dejadas por “las Guerras”, entre sí, protagonizadas por el “europeo” (arrimado de diversos países) y el estadounidense. Entre los primeros franceses, contamos  las familias: Lacharme, Dereix, Kerguelén, Combate, Patroulleau y Durand. De ellos, sus raíces han sido reproducidas en más de 13 generaciones humanas.  


Reafirmar sí; “Tierra y Agua”, concretamente el subsuelo territorial Valle Sinú, esa misma disputa de las “guerras”, también aparece la “extracción del valiosísimo metal el ORO”. Por cuanto, “el hombre francés”, hace 180 años ahora, pudo ser el más “destructor” de nuestras riquezas auríferas que el mismo colono español, cumpliendo órdenes al pie de la letra dadas a través de “la Corona de Castilla”. Tema que abordaremos en el segundo informe: “Franceses en el Valle del Sinú”. 


No obstante, la sangre francesa apoderarse territorial, económica y comercialmente de las riquezas naturales del Sinú, también lo ha sido mediante la actividad partidista, logrando poseer, con el actual, 9 alcaldes. Al llegarse  a dos siglos, no es que se demarquen historias “sagradas” venerando a santos y vírgenes en procesiones, misas y oraciones, sino, donde aún “la Tierra y el Agua” impregnan el olor a “fango revuelto al huevo podrido”, por caracterización del metano. Unos doscientos años más tarde, pudiera decirse de una nube blanca, burbujas en el agua, polvos aun volando y plantas muertas. 


Si los franceses “mercaderes y hambrientos” de las riquezas naturales del Sinú, dada la historia, inclinados a la minería, por supuesto de altas relevancias centradas en el “ORO”, arrebatado al Zenú primario y una especie   humana posterior; significa irnos al año 1844, unos veinte después del arribo a la tierrita de los encantos y los dioses cenuanos. Siendo factible caracterizar las compañías formadas en apoderarse de todo el acogedor Valle sinuano, así: 


(Empresa/compañía/sociedad año 1844). Compañía minera del Alto Sinú. Este hecho europeo francés, explota 294 años después del surgimiento de la minería en el planeta (1550 mitad del siglo 16),  registrando hoy 474 años. Época la cual los franceses: Víctor Dujardín, Juan Pavajau y Luis Striffer, este último autor del libro “Río Sinú, ¿por qué? representantes naturales, inician la exploración y explotación de minería de ORO sobre el área Alto Sinú. En el informe dos, podrán ustedes cordobeses y lectores de MILENIO, imaginar la enorme cantidad del preciado mineral robada y jarreada a Europa siglo 19, además los valores en “francos” y ahora “euros” representados en pesos colombianos. 


Tocándonos el tema maderero, no todo era confluyente con el Sinú Alto o arriba.  Las desbancadas del múltiple y tupido cultivo de maderas, igualmente se llevó a cabo sobre el territorio costero, tomando la subregión de Río Mangle. Zona, donde penetra el “negro africano” traído como “peón esclavo”, tanto por españoles y franceses. Con la “negramenta”, vinieron los primeros “tambores”, gran porción dejada en Pelayo.  


“Los negros”, entonces son acompañados en la destrucción maderera, por cortadores, raicilleros y vaqueros de potreros provenientes de sitios tales: Sahagún, San Andrés de Sotavento, Chinú, Chimá, Ciénaga de Oro y Sincelejo, sabanas del antiguo Bolívar. 

Conveniente decir, la crisis económica o guerras en el país, provienen en gran parte del Valle del Sinú, dados sus orígenes emigrantes. Fue desde el arribo francés que, empieza el despojo de tierras baldías con fines principales de desarrollar sus empresas en actividades madereras, extracción de géneros silvícolas y producción agropecuaria, teniendo como sede la hoy ciudad de Montería. 


El francés asentado en el Sinú, arranca 35 años de su llegada a la explotación maderera y aserríos. En 1879 el agente consular de los Estados Unidos le llama la atención los bosques existentes ubicados cerca de Monteria, seleccionando “el Cedro y la Caoba” de calidades susceptibles de exportaciones; sacarlos por la vía de Cispata. Pasados 32 años, entre 1883 y 1915, concita el periodo desarrollado explotador maderable en la hoya Sinú tras el impulso de la George D. Emery Company, de Boston, siendo su radio de acción sitios del Valle, alrededor de Montería y los entonces distritos de: Canalete y San Juan Urabá.  


Época que la Casa norteamericana alcanza exportar desde las tierras del Sinú, anualmente 3 mil toneladas de caoba y cedro, invirtiendo en el país una suma no inferior a 70 mil pesos oro anualmente. Creerse que para 1916 la compañía había dejado en Colombia aproximadamente Dos millones de pesos distribuidos entre empresarios, empleados y  trabajadores. Hoy 108 años de historias vividas entre goces y rentabilidades de algunos pocos. (Fuentes: libro “los franceses en el Valle del Sinú”  e investigaciones MILENIO). Espere la tercera crónica: “ORO robado y los Lacharme en la madera”. 

  

 

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