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MEMORIA HISTÓRICA. LA MUERTE DEL HOMBRE X

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Aspectos diversos de exteriores e interior de la BIBLIOTECA NELO ORTIZ, ubicada contiguo al  mitico Parque Pinchorroy de la cabecera municipal de Chimá.  Lugar que sirvió para la  narrativa del Cuento “LA MUERTE DELHOMBRE X”.

 

Por: Félix Hoyos Lemus. Bogotá, 13 de agosto de 2025.

 

En una aciaga mañana de 1948, Don X venía montado sobre su mula y entretenido en sus pensamientos. Era un prominente líder del partido liberal en Chimá. Súbitamente sonó un disparo seco que impactó su humanidad. En el acto, Don X cayó mortalmente herido y murió desangrado minutos después.

 

No existía la carretera Chimá-Tuchín. El asesino agazapado en el monte, huyó al amparo de la soledad de aquel viejo camino de herradura que de Chimá conduce a San Andrés de Sotavento, pasando por el mamón de BebsaG, la inolvidable finca Pensilvania que nos abastecía de agua en tiempos de verano, Puerta e´ golpe y el Arroyo de Mapurincé.

 

 A la hora del disparo se escuchó el canto del Yacabó, aseguraba mi abuela, como signo premonitorio de que algo malo había sucedido. “Entre cielo y tierra no hay nada oculto” se solía decir en el pueblo, razón por la cual en cuanto se supo la trágica noticia del asesinato de Don X, el crimen fue atribuido a la fracción conservadora del pueblo. Colombia vivía, entonces, una ola de violencia bipartidista alimentada desde Bogotá, de manera que hasta Chimá llegó también la moda de matar por política.

 

La reacción de los liberales no se hizo esperar y en una cruel retaliación, ese mismo día, desencajaron la puerta de la cárcel municipal para cobrar venganza sobre el único preso, notable conservador por cierto, que allí se encontraba.

 

 El pobre hombre encarcelado sintió el inminente linchamiento e intentó ponerse a salvo saliendo por la puerta trasera de la cárcel que quedaba, exactamente, donde hoy se yergue la Biblioteca Nelo Ortiz. El preso corrió con todas sus fuerzas por los últimos patios que conducen a la ciénaga, saltó cercas y esquivó frondosos árboles, pero fue alcanzado por la turba liberal que, sin ninguna misericordia, segó su vida a golpes de palo. Un muerto por bando es el epílogo de este breve hecho histórico.

 

Aunque yo no había nacido, he querido compartir con las actuales generaciones esta historia que impactó mi niñez y escuché a mi mayores. Bajo el manto tutelar de San Emigdio y Santo Domingo, esa triste historia no ha vuelto a repetirse y confiamos en que no se repetirá jamás en Chimá.

 

 
 
 

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