ANÁLISIS SOCIOPOLÍTICO
El hecho de efectuarse este domingo 23 de abril, una consulta interna del movimiento “Colombia Humana”, fuerza política electoral del actual presidente Gustavo Petro; con la participación de inscritos y precandidatos a corporaciones públicas (gobernación, asamblea, alcalde, concejal y edil), merece un análisis de manera reflexivo, partiendo desde nuestro Departamento de Córdoba.
¿Por qué Departamento de Córdoba? Razones: importante centrarnos en el área regional, por diversos motivos en donde, del hoy millón 800 habitantes, sobre un nuevo censo electoral alrededor de millón 330 ciudadanos aptos para sufragar el domingo 29 de octubre venidero, la gran verdad, de ambos potenciales, el 74,86% pertenece a la multiplicidad de necesidades básicas y problemáticas de índole social.
La lógica que nos conduce al análisis parte de la Asamblea Departamental, entenderse cumplir el 2024 de nuevo periodo de cuatro años con 13 curules, de aproximadamente 70 años calendario, sin dudas, contra todo pronóstico humano, en Colombia, las Asambleas Departamentales, gozan de una estabilidad más que centenaria en su orden jurídico territorial.
La de Córdoba, en donde ha predominado el tradicionalismo electorero de las castas bipartidistas, mezcladas de clientelismo, hasta con razón social acomodada y permitida por el mismo poder público, las distintas “Dumas” territoriales, no obstante ser objeto de olvido, también el “quedo” de sus diputados, centenares o montoneros, ha sido una de sus peores consecuencias de atraso y mantener el territorio en crisis generalizadas. La historia de las asambleas departamentales cordobesas, es clara y precisa, habiendo tan solo cinco diputados sentarse en las sillas o curules, pertenecientes a movimientos “populares o alternantes democráticos”.
Aclarando que, ese olvido, ha sido de la misma ciudadanía votante o abstencionista, causas que hacen reflejar una pobre importancia que dichas corporaciones (caso nuestro) revisten en el acontecer jurídico y político.
En el lapso de 70 años la Duma departamental de Córdoba, ha sido manejada al antojo del tradicionalismo “Liberal- Conservador”, prueba fehaciente del periodo (2020-2023), sus 13 miembros, 12 diputados elegidos por votos: 4 de la vertiente liberal “U”, 3 liberal, 3 de la idolatría burguesa “Córdoba tiene Futuro) y 2 conservadores, más el candidato segundo a la gobernación. Situación, no obstante, los vicios intrínsecos a las malas costumbres que fuertemente han golpeado el territorio regional con sus continuos y permanentes ataques contra la corporación y la misma sociedad. La asamblea departamental nuestra, por ejemplo, en sus 70 años, ha sido víctima del mismo sistema de Ordenamiento Territorial sobre llevado por la improvisación e indefinición ante la carencia o escasa acción o muestra de desarrollo hasta desembocando en deslegitimar el propio departamento.
Un caso de Ripley: el actual gobernador, tras sus tres periodos en línea de diputado y hasta presidente de la Duma, deja en el vacío, el bochornoso acto protagonizado por una gobernadora encargada, en cederle 120 mil hectáreas territoriales al vecino departamento de Antioquia. Lo peor, la situación, aun seis años después, sigue igual.
Sin mentir, las últimas administraciones seccionales de las 54 gobernaciones, los llamados Planes Territoriales de Desarrollo (PTD), han sido copias repetitivas de unos y otros. Acomodados en tan solo frases innovadas. Córdoba, carece años largos de su Plan de Ordenamiento Departamental (POTD), en la administración Benítez Mora, todo cuatro años perdidos en “turbulencias”, este organismo territorial tan solo quedó escrito en papeles.
Tomamos el ejemplo de Colombia Humana, al percibir 26 precandidatos a la Duma departamental, de ellos, sean cuales sean los resultados de la consulta de mañana, seleccionarán 13, es decir el número de curules, para una segunda ronda consultiva dentro del Pacto Histórico y de allí, armar coaligadamente los 12 candidatos cremalleras.
De manera democrática, es razonable el asunto. Conveniente desde el punto de vista participativo en el ámbito legislativo, sabiendo que, las asambleas departamentales son el soporte sostenible de todo ordenamiento territorial, permitiendo como célula popular, canalizar la opinión y manear de pensar de sus habitantes. Siendo base de fortalecer las asambleas y darles un lugar preponderante en el escenario de la realidad territorial, con miras de dotar el departamento de un marco normativo e idóneo.
Entendiendo la operatividad de la Constitución Política del 91, sería de gran trascendencia que, el periodo (2024- 2027) de los nuevos 13 diputados regionales, aparezca representado en un significativo porcentaje de “idoneidad, ética, valores, morales y sin vicios algunos”. Seamos honestos, de los 26 precandidatos por Colombia Humana, es vergonzoso y hasta lamentable, poder persuadir, solo un ridículo número comparado con el 14,64% posee un tinte de conocimiento académico y de formación social de cómo aparecen los estantes generalizados de las estructuras de la sociedad humana. Incluso, grave “avalados” no siendo de la esencia ideológica de la también estructura geo y sociopolítica. Como tampoco votantes por el actual Jefe de Estado. Las denuncias salen del seno del movimiento partidista.
No obstante tal situación, es de registrar existir mejores afectos confiables que, dentro del tradicionalismo electoral, donde el caso de la asamblea departamental, sigue manejándose el clientelismo mediante el sistema corrupto del dinero contam inado, imperando para todo el bloque compacto de cargos populares.
Por supuesto, los sectores alternos, es más el “ego del yo”, con escasamente liderazgo. En cambio, el tradicionalismo electorero, aparece más adentrado a la crisis de valores en la sociedad actuante. En tal sector, pululan: la mentira, el miedo, la corrupción, la depresión o la violencia que son sus principales características.
Ante todo esta fenomenología, es la hora de que las asambleas departamentales sean modelo de credibilidad y templo de la democracia.
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