Grupo de campesinos y campesinas, nativos del sitio El Placer, Departamento de Putumayo, quienes, de acuerdo el Plan Colombia, de atención a las víctimas, dejarán la siembra de “Coca” por el “Chontaduro”.
El centro de su atención a los campesinos víctimas del Plan Colombia. Así lo perciben cultivadores como Pablo Ángel Cuarán, asociado de Coopalmito: “Debido a las fumigaciones que hicieron contra la coca, la cooperativa se quedó quieta hasta el 2015 y poco a poco hemos buscado aportes para reactivarla. Con este proyecto que construimos con la Agencia de Desarrollo Rural, el palmito no solo nos va a traer sostenimiento para las familias, sino también paz, tranquilidad y libertad porque este es un cultivo legal que podemos vender sin ningún problema”.
Por su parte, el presidente de la Agencia de Desarrollo Rural (ADR), Luis Alberto Higuera Malaver, subrayó la historia de dolor que durante varios años vivió el corregimiento y cómo este proyecto es una oportunidad para superar ese pasado: “Por el dolor y la sangre derramada, la inspección de policía de El Placer se convirtió en un sitio emblemático. Y ahora, en 2024, todavía el Estado se encuentra en deuda con esta sociedad aplastada por la violencia. Pero hoy la Agencia de Desarrollo Rural llega con un proyecto productivo integral, precisamente para transformar la economía ilícita de la coca en economías legales propuestas por la misma comunidad, como es la producción de cogollo a partir de la palma de chontaduro”.
Para los asociados de COOPALMITO, el chontaduro dedicado a la producción de palmito juega un papel importante en su economía familiar, incluso hasta convertirse en su proyecto de vida. De esta manera lo describe Fabiola Malpud, lideresa de la cooperativa: “El interés de sembrar el palmito es pensando en una vida digna y en el bienestar económico para mi familia, para los socios de la cooperativa y para la vereda. Y eso es muy bueno porque estamos tranquilos. En un tiempo yo era cabeza de hogar y entonces para mí el palmito era como mi esposo, y entonces yo le hablaba y le decía que él era mi compañero que me daba todo”.
Una de las grandes ventajas de este cultivo es que los cogollos de palmito —y también el chontaduro— tienen una demanda importante no solo en el mercado nacional sino también en las vitrinas internacionales, por lo que la venta de toda la producción está asegurada. Sin embargo, para atender estos mercados de manera efectiva, los asociados de Coopalmito requieren un acompañamiento integral en asistencia técnica, asesoría organizacional, ambiental y de comercialización, así como el suministro de insumos, herramientas, equipos y material vegetal.
En este sentido, la Agencia de Desarrollo Rural (ADR), a través de este Proyecto Integral de Desarrollo Agropecuario y Rural (PIDAR), atenderá los requerimientos de estos productores para que aumenten su producción y den el paso hacia la transformación de un palmito con valor agregado. Así lo recalcó el presidente de la ADR, Luis Higuera: “Se requiere que el palmito que sale de esta cooperativa, es decir, el producto final empacado al vacío, con su propia marca, código de barras y registro Invima, llegue al mercado sin intermediarios”.
Finalmente, Higuera dejó claro que los estragos provocados por las fumigaciones con glifosato, que no supo distinguir entre la hoja de coca y los cultivos de pimienta, palmito o cacao, no ocurrirán en este Gobierno porque hoy la política de drogas es muy distinta.
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