Foto Presidencia: Niños liberados en la Amazonía colombiana
ANÁSIS SOCIOHISTÓRICO: Hugo Buelvas Posada: MILENIO 2023
(1ª Crónica MILENIO)
Transcurridos 481 años desde cuando Francisco De Orellana denominara “Las Dos Amazonas”, el corredor geográfico “Trapecio Amazónico”. Además de la primera expedición “científica” a la mayor selva tropical del planeta, la narrativa literaria “Vorágine”, el arder boscoso deforestado, transformado en verde a oscuro, ahora, la odisea de cuatro niños, caminando tres kilómetros durante 40 días, entre el ardiente sol, el frío de la noche y tempestades de los remolinos, obligados a comer harina de yuca; situaciones juntas que constituyen “el otro infierno de las Amazonas”.
A partir de este primer informe, acomodado a las noticias científicas- históricas, el periodismo ambiental MILENIO, seguirá publicando series de crónicas, principalmente con el propósito de hacer precisas ilustraciones de manera muy distintas a lo resaltado por diversos medios de prensa, tanto nacionales e internacionales, al parecer, de pocas o escasas profundidades.
La recopilación respecto los secretos de la selva, dado el abordaje multidisciplinario, en un libro de leyendas o mitos registrados “Araponga”, no solo recoge pasajes históricos de los casi cinco siglos, también por supuesto, la unión de los vocablos “ará” +”ponga”, es decir, pájaro sonante. Cosas posibles usadas por los niños desaparecidos en la espesa selva, claro sin saber de tales vocablos ancestrales, posiblemente. Todo con fines de hallar rutas de coordenadas geométricas.
Ellos, en parejitas agarradas e inseparables, si tenían claro el cantar del pájaro andante, simbolizado en dicho vocablo por efectos de la tradición aborigen. De seguro, en su andar silvestre, uno de los cuatro infantes, pudo recordar que gran parte de las Amazonas colombianas existe el animal en su hábitat boscosa, bastante conocido por su vocalización análoga a una campana, siendo llamado “campanero”, aunque en el Brazil se le denomina “herrero”. Algo parecido al ya extinguido “carpintero” que hasta los años 60 abundaba por el Valle del Sinú.
El abordaje accidentado de la avioneta sobre la compleja selva, en que muere la mamá de los cuatro menores (Lesly Jacobombaire Mucutuy, de 13 años, Soleiny Jabobombaire Mucutuy, de 9, Tien Ranoque Mucutuy de 4, más la bebé Cristín Ranoque Mucutuy), rescatados sanos y salvo, actualmente recuperados tras revisiones médicas del hospital Militar de Bogotá, sin dudas, complementa nuevos episodios envueltos en los misterios del Trapecio Amazónico.
Estos otros conflictos hacen parte del mismo infierno de Las Amazonas. Hechos naturales, en que, pese los casi cinco siglos del primer pronóstico dado por De Orellana, aún, hoy 11 de junio de 2023, la ciencia, es decir, los estudiosos en conocimientos de la naturaleza, no logra describir o explicar una buena parte de lo que existe allí, es decir, al interior de la selva. Pese no ser poco el conocimiento obtenido referente a la selva, tal como lo atestigua la colección bibliotecaria “Olimpia Reis Resque, al escrutar las preciosidades que forman Amazonía exótica: Curiosidades da floresta (editorial Empíreo).
Importante libro que solemos poseer y prometedor de conocer cómodamente su alrededor de siete millones de kilómetros cuadrados que cubren territorialmente la ubicado geográfica en nueve países suramericanos.
Donde el 60% de este bioma aparece situado en tierras brasileñas, sobre las subregiones norte, nordeste y centro, oeste del país.
A nivel de raza ancestral, con base en los apellidos de los cuatro menores, rescatados sanos y salvos; el globo geográfico del Trapecio Amazónico, de manera de tribus juntas albergan una trascendental diversidad cultural: la totalidad de trece pueblos aborígenes o primitivos conviven allí sobre tan complejo corredor. Entre ellos, se encuentran: Bora, Barasano, Carijona, Cubeo, Latuama, Miraña, Matapi, Macuna, Tatuyo, Tariano, Tanimuca, Uitoto y Yucana.
Rescatable informar que, en virtud de todas las anteriores raizales descritas, fue posible que los cuatro niños atrapados por los ventarrones selváticos, sobrevivieran bastantes acompañados también a su conectividad geográfica, dado conocer el terreno húmedo y boscoso.
Igualmente, la odisea de 40 días sufrida por estos cuatro párvulos y hermanitos, llevándonos a titular “otro infierno de “las Amazonas”, hace complementar los 135 años de la historia desarrollada en relación con la pareja de amantes, en que el poeta Arturo Cova (personaje de Eustaquio Rivera) y Alicia, fugados de la selva amazónica, se narran en la novela “La Vorágine”. En la obra que leímos durante el bachillerato (claros otros tiempos de enseñanzas), el autor Rivera hace mención a las situaciones de colonos e indígenas, maltratados y sometidos a un trato deshumano por sus patrones durante la fiebre del caucho, hechos registrados a finales del siglo 19 y comienzos del 20.
Aunque, hoy 135 años después de aquellos episodios, la “maldita mano depredadora” del hombre, viene destruyendo la fauna y flora del Trapecio Amazónico, en donde miles de toneladas maderables son robadas tras la enorme deforestación, por razones obvias, iniciamos el texto actual con la frase: arder sobre el corredor geográfico de la Amazonía colombiana.
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