Erosión fluvial
Veinte siglos después de que, los antepasados de los Zenú construyeron probablemente, un complejo sistema de drenaje (primero en el planeta) de más de 500 mil hectáreas permitiendo el control de las inundaciones de las hoy cuencas hidrográficas Sinú y San Jorge; aparece una catastrófica “erosión del suelo”, sobre el 75,79% de la población humana de la geografía territorial del Departamento de Córdoba; contabilizando incluida la subregión costera de un millón 212 mil 715 habitantes, estando involucrada el área de Ciénaga Grande del Centro y Bajo de la Subcuenca respectiva.
El proceso de la erosión en que se va perdiendo la capa vegetal del suelo, sobre todo, estos últimos cuatro años, contando el departamento con un Ministro del Ambiente, Carlos Eduardo Correa Scaff, pero inepto total; la emergencia socioambiental creció enormemente al inventarse obras simbólicas y dilapidarse inversiones en solo papeles por varios miles de millones de pesos.
Actualmente, las consecuencias de la erosión sobre las riberas del río Sinú, son funestas, destruyendo desde viviendas, sitios habitados urbanos y rurales, sobre alrededor de 290 puntos, con ello, desapareciendo los nutrientes que proporcionan a las plantas y el agua necesitada. Entonces, es el desplazamiento de la capa fértil, la productividad de la tierra de hecho se disminuye resultados fatales en que, centenares de agricultores pierdan su recurso vital para el cultivo de alimentos.
Los más del millón 200 mil cordobeses, hoy en día que sufren en carne propia los efectos erosivos hídricos, sus mismas actividades culturales, desde las recreativas hasta las extractivas contribuyen igualmente al proceso de degradación del suelo.
Lo grave del asunto, ni el saliente presidente Duque, el gobernador, los 17 alcaldes de la Cuenca Río Sinú y subregión costanera, menos los congresistas, les valió la enorme crisis socioambiental, para la búsqueda de algunas soluciones que mitigaran el complejo fenómeno natural.
Cuando solemos percibir gruesos pedazos de tierra blanda y húmeda, caídos como gelatinosos, por sobre la línea hídrica del Río Sinú, en que, tanto el agua batiendo y el viento soplando, es cuando aumenta progresivamente el proceso erosivo, entre tanto, perdiéndose la capa superficial de la corteza terrestre; siendo así, el veloz choque agua y viento, ocasionando embates ambientales, sociales, económicos y culturales. En esa misma dimensión, resulta apreciable la variedad de los 7 tipos de erosión: registrados en laminar, en surcos, en cárcava, erosión de las márgenes, degradación del cauce, zanjeamiento del valle y socavación de la planicie de inundación, aunque se denoten excepción de la erosión primera en surcada, mientras los otros tipos pueden agruparse como “erosión del cauce”, fenómeno el cual es actualmente dañino y destructor del ecosistema.
El desbocamiento de la frondosa y coloquial arboleda por ambas márgenes del Río Sinú, venido desde la era colonial española, debido a la desastrosa deforestación a todo lo largo de la fuente hídrica, son los culpables de las erosiones hoy en día. Refranes de viejos aun vivientes, dicen que, hasta los años 40 del siglo pasado, había millares de plantaciones de caña flecha sobre las riberas, siendo la gran protección para proteger el suelo contra la erosión.
De ahí para acá, la mano depredadora del hombre y de los mismos gobernantes ribereños, son las causales prioritarias de la alta crisis ambiental. Así mismo, la era modernizada desterró árboles frutales, arbustos de legumbres para forraje o leña y cultivos de callejones que, entre todos ayudan a reducir la erosión del suelo.
Erosión entre Moñitos y San Bernardo del Viento
Nuestra propuesta medioambiental, radicada en el Diálogo Vinculante del 13 de octubre: 2022, relacionada con el “Eje Temático- Justicia Ambiental – Producción Sostenible- Adaptación y Mitigación al Cambio Climático- Gestión del Agua”, incluido textualmente en el proyecto del Plan Nacional del Desarrollo 2023-2026, podría ser la única tras 20 siglos desés de la hazaña Zenú de construir drenaje para controlar 500 mil hectáreas del peligro de las inundaciones. Contando con inversión de 28 billones de pesos a nivel nacional. Pero en este tiempo, ¿ quién controla?
En los últimos días, hemos visto escritos referenciando la crisis alimentaria departamental de Córdoba, incluso dando cifras sobre el 70% de la población humana. Claro, se les abona la intención, pero desconocen que, sus razones son o se deben a la crecida de erosion de suelos, respecto el 63,6% de su total, toda vez que, el mismo río Sinú, hace alrededor de 10 años para acá, viene arrastrando también, hoy por ejemplo, 248 toneladas de desechos. Dado que el aumento es progresivo, pongamos un ejemplo de esa cantidad diaria, por los últimos cuatro años, estaría dando 357 mil 120 toneladas de tierras o desechos sólidos.
Siendo entonces, una “bomba de tiempo” yendo a un colapso ambiental de la Cuenca Hidrográfica del Río Sinú, poder hasta imaginarnos qué cantidad de terrenos sería destruida sobre ambas márgenes. Siendo una responsabilidad y retos de geología e hidráulica departamental de Córdoba, si en verdad existe cualquier interés por salvar a tiempo todavía el que fuera legendario Río Sinú. Ahora, ¿qué hace la facultad de ingeniería ambiental de la Universidad de Córdoba?
Si la actual situación socio ambiental, con el nuevo gobierno departamental y los 17 alcaldes de la cuenca Río Sinú, llegasen a resultar igual o peor; imaginarnos cuál sería la magnitud de una eventual catástrofe por derrumbes o deslizamientos en las costas ribereñas, hasta llegando por desterrar pueblos y viviendas, como sucede actualmente en Tierralta, San Bernardo del Viento, por ejemplo. Habrá entonces, almacenamiento incorrecto de productos y residuos en actividades industriales, vertidos incontrolados de residuos, acompañados de escombros industriales, bidones enterrados y almacenamiento incorrecto de productos, entre otras causas.
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