Autor: Hugo Miguel Buelvas Posada- Periodista Ambiental Diplomado
Montería, abril 17 de 2023
Foto: Sobreviviendo con la naturaleza
Medio Ambiente, término que hoy podría catalogarse como “el ser y no ser”. Pese su etimología referirse al espacio en que se desarrolla la vida de los distintos organismos favoreciendo su interacción. Categorización del “ser y no ser”, hallada en la frase:” en él se encuentran tanto seres vivos como elementos sin vidas y otros creados por la mano del hombre”. Pero, todas las cosas existen. Modos los cuales, fundamentados en las Ciencias de la Naturaleza, denotando los tres reinos: animal, vegetal y mineral.
A partir de los últimos 193 años, durante el estallido de la revolución industrial en Europa Occidental, cuando empieza a percibirse un aumento de la temperatura; primeramente en el Ártico y en las áreas tropicales de los océanos, y posterior en Europa, Asia y Norteamérica; el solo ubicarnos en el espacio norte del Caribe latinoamericano, nos invita, principalmente como periodistas vivientes e introducidos en el campo medioambiental, propender de manera razonable y valorativa por una sensibilidad ética de conciencia y defensores de la cultura del ambiente.
Viviendo una encrucijada de niveles socioambientales, el ahora territorio Departamento de Córdoba, su misma geopolítica ambiental de los factores geográficos, sociológicos, económicos, políticos en la vida y evolución de sus estados territoriales, conlleva asociarnos al espacio universal de sufrir los mismos impactos naturales y cotejarnos en el desafío globalizado del presente siglo 21.
Por supuesto, el humano cordobés, continúa padeciendo de la profanación, por el uso irrespetuoso, siendo aún, la Tierra Profanada; incluso, desde el siglo I en que, los antepasados de los Zenú, llegaron a formalizar grandes y ambiciosos proyectos en territorios a través del sistema de drenajes sobre 500 mil hectáreas controladas por conflictos inundables de los dos ríos: Sinú y San Jorge.
En los casi dos siglos, por acciones del Cambio Climático, dado los efectos invernaderos, causales del modernismo industrializado pero desenfrenado e incremento del CO2, solamente en la geografía territorial de Córdoba o aldea del Sinú, como antiguo pueblo Zenú en la era prehispánica habitada en su espacio ancestral; pudiendo hablar, ejemplo, del glorioso siglo I; la indiferencia del mismo hombre de “Tierra y Agua” o anfibio, representado en poderes económicos, gobiernos, estado y cultura; es el principal actor de la serie de golpes contra la naturaleza, comenzando por el agua, tras la riqueza hídrica de las cuencas hidraúlicas, Sinú, San Jorge y costanera.
Tal situación socioambiental, solamente el agua recurso vital, el fenómeno del Cambio Climático, dentro de creencias míticas: “La Niña o El Niño”, modos del Capitalismo Industrializado, registre una de sus profundas escaseces entre la población humana departamental. Recurso además de gran escasez, es privatizado por multinacionales francesas y españolas, generando pésimos servicios, altas tarifas, inconsistencias organizativas y administrativas, además de consumirse un agua contaminada y con abundantes bacterias.
Foto: Parque Nacional del Paramillo
Departamento de Córdoba, contando hoy con el millón 800 mil habitantes, distribuidos en 30 estados municipales, 320 corregimientos, es absurdo y lamentable, el 83,6% de su gente carece de agua tratada. Una paradoja: San Juan de Sahagún, tierra de los caciques siriolibaneses y patrones electoreros, tan solo el agua llegue a los hogares el 8,3% al mes. Peor, la ruralidad cordobesa, en materia de alcantarillado con el 2,2% de cobertura.
El mismo fenómeno de Cambio Climático, cruel y endurecido sobre el territorio cordobés, hasta sin conocerse políticas públicas; también ha causado enormes pérdidas de la biodiversidad en cuanto a causales de una extinción masiva de especies. Poner un solo ejemplo, el ave “Canora” que sobrevolaba en bandadas sobre toda la línea geográfica del Río Sinú, desapareció de un todo, a la par de la navegación interdepartamental de 63 años. Caso concreto, de la Ciénaga Grande Bajo Sinú, en igual época, 26 especies de bejucos.
La aguda problemática ambiental del orden departamento, se manifiesta exactamente en la alta deforestación, sobre todo, en el sureste subregional. Datos oficiales del IDEAM, hablan más de 2 mil 150 hectáreas de bosques tropicales derribadas y convertidas en uso maderable para el comercio ilícito de grupos al margen de la ley.
Cifra esta del total de mil 438 hectáreas pertenecientes a las zonas del Nudo Natural Parque Nacional de Paramillo, compartidas con el vecino departamento de Antioquia. Subregión en que nace el Río Sinú, con 490 kilómetros de recorridos de sur a norte desembocando al mar Caribe, sobre el Golfo de Morrosquillo. Aparte del voluminoso y excesivo de plásticos junto con sus desechos actualmente de 238 toneladas diarias arrastradas por las aguas del Río Sinú.
Razonable la actual situación climática registrada en este siglo 21 en el área departamental de Córdoba. Trascendental entonces, comparando el conocimiento del clima del pasado, de las oscilaciones climáticas de diversa escala temporal y de los impactos que en cada época han tenido los fenómenos meteorológicos en las fases extremas de variabilidad climática en la sociedad y el medio natural presentan valor práctico como herramienta fundamental que diagnostica la relación clima –sociedad. Gravedad por la cual, está registrándose en los actuales momentos a nivel mundial, donde toca el territorio regional, por supuesto.
Antes que todo, importante anotar la climatología de los siglos 19 y 20 en Colombia, donde cartográficamente la temperatura ambiente de esa época, incluso hasta 1966, territorio cordobés en grado centígrado máxima marcaba 24 a hoy, siglo 21, una diferencia de 14 y 16 grados. No obstante, el aumento de calor extremo de 7 puntos, referenciando según el mapa de IDEAM, zonas donde la temperatura del aire, la humedad y la radiación solar se conjuga y así logran alcanzar sensaciones térmicas sofocantes. Motivos unas especies de calderas suban hasta 45 grados. Que comparadas con la climatología de los dos siglos antes, crezcan 21 grados centígrados.
La cartográfica de la temperatura en los silos 19 y 20, los 24 grados centígrados, abarcaba toda el área del Caribe colombiano, excepto, la Sierra Nevada de Santa Marta, con 6 grados, Santafé de Bogotá, entre 8 y 12, centro y sur del país, 12 y 18 grados respectivamente.
MONTERÍA: CONTAMINACIÓN ACÚSTICA
Esa misma dimensión de calor extremo, aborda una situación, que viene sacudiendo la ciudad de Montería (área urbana en que circulan o transitan, 43 mil motocicletas, mil 330 vehículos automotores, 150 bicicletas, 320 carretilleros y centenares de peatones) sus habitantes bastante habituados a las altas temperaturas, han experimentado en estas últimas semanas el calor desbordante debido a la humedad relativa superior de 60% que registra el IDEAM en sus mapas caloríficos.
Pero tal fenómeno natural el habitante monteriano jamás podría tomarlo como un carnaval, debido a sus grandes riesgos que origina contra la misma naturaleza y población humana. Casos concretos: consecuencias de la contaminación acústica, derivada de todas las problemáticas socioambientales, vienen afectando la población humana en: agitación respiratoria, aceleración del pulso, aumento de la presión arterial, dolor de cabeza, náuseas que, ante sonidos extremos y constantes, también produce, gastritis, colitis oincluso infartos.
Conveniente hacer precisiones sobre el fenómeno “Contaminación Acústica”, término poco usado en nuestro medio, muy distinta a la contaminación atmosférica, que según la Organización Mundial de la Salud (OMS), ahora con el cambio climático, es uno de los factores ambientales que provoca más problemas de la salud. En Montería, sobre todo, por su alto deterioro ambiental, muchísimos casos de salud suelen pasar en silencio y perjudicando la población.
En ese mismo orden, podemos mencionar la crítica situación desaborizada, por ejemplo en toda la superficie de 3141 km2 de la urbe capitalina en los actuales momentos del 2023. De acuerdo con últimos informes DANE, hoy, la solo ciudad de Montería, estaría en algo superior a los 550 mil habitantes, repartidos en seis estratos sociocioeconómicos de sus 207 barrios, una densidad de 168,98 habitantes por kilómetro cuadrado, en aproximaciones.
Sin mentirse, las últimas cuatro administraciones locales (la 55 o la presente), por supuesto, la conflictividad medioambiental, por el tema de la escasez de árboles sembrados, jóvenes, útiles y maduros, es algo riesgosa, donde solo ha sido anuncios de papeles, sin concretarse sus prácticas en posibles jornadas de siembras.
Según el último reconocimiento de la OMS, ciudades en el mundo del tamaño geográfico de Montería, debiera tener un mínimo de un árbol por cada tres personas. Por ende, con base en tal aseveración científica, en este cuarto del año 2023, nuestra población debiera contar con algo parecido a 184 mil árboles en edades maduras, es decir por encima de los 20 años de vida y aptos para la salud humana. Imaginarse así, el censo arbóreo de septiembre de 2018, cinco años atrás, solamente sin explicaciones razonables tipo ambiental, la cifra era de 86.500 árboles. De ellos, mil 800 árboles registraban altos riesgos por presentar mal estado fitosanitario o sin utilidad para funcionamiento.
En esos cinco años antes, ya se presentaba un deterioro ambiental de arborización urbana del 2,14%. Saberse que en ese mismo lapso, tras anuncios oficiales de grandes siembras sobre el suelo local, en realidad, el índice de árboles ha tenido serios bajones, sobre grandes porcentajes, hasta ahora no conocidos.
La absoluta escasez de liderazgo e irresponsabilidad del entonces ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, de tal época, conlleva a confusiones graves, tras anuncios folclóricos, sobre una meta de siembra mínima de 180 mil nuevos árboles para Montería, del total de millón 700 nacional, sobre un aumento general en el país de 250 mil a la cifra millonaria. Lo cual demuestra que en el territorio departamental, de a un árbol por cada tres personas, de las un millón 800 habitadas actualmente, debiere existir mínimamente un millón de árboles maduros. Queda la tarea a sus autoridades locales, educadores, guardianes ambientales y estudiantes trabajar en tan delicada situación social.
Continuando con Montería, ciudad de enormes conflictos socioambientales, donde por sus calles y callejones, en todo el año, corren aguas negras y putrefactas, debido fallas de los sistemas de acueducto y alcantarillado, fugas de aguas residuales, de la totalidad de nueve comunas, donde pésimamente operan sus 63 ediles, la problemática desaborizada es de enormes proporciones. Donde al año 2018, de acuerdo a datos de arbóreo, solo la comuna 4, existían 18 mil árboles útiles.
Lo crítico, ubicarnos en la Comuna 1, margen izquierda u occidente urbano, partiendo solamente del sector La Ribera, con 26 manzanas y 468 viviendas u hogares, la existencia de árboles frutales y ornamentales es poquísima de 21, hasta percibirse el 2, 97%. Habiendo varias manzanas sin una matera en sus terrazas. Mientras un reducido número, observarse ciertos arbolitos jóvenes, materas y jardinerías en que, los rayos solares rechinan de manera fuerte.
Foto: Consecuencias del tráfico desorientado generando contaminación del CO2
Pues en toda la urbe capitalina, el 17,78% de la arboleda ha sido talada abusivamente por operarios de la empresa eléctrica Afinia, tras carecer de diseños en construcciones de las redes eléctricas, en el sentido de no invadir los espacios físicos para la arborización respectiva. El impacto de la pandemia viral, suele reflejarse en la pobreza actual de la ciudad capital, aumentando en cinco año en 53% de sus índices. Informes del DANE, año 2018, el nivel de pobreza urbana marcaba el 32,6%, elevándose al 2020 sobre el 46,8%, cifra porcentual superior del 14,2%.
Corresponde analizar fríamente la oxigenación humana producida a través de una eficiente arborización, de la que carece el habitante monteriano, en la actualidad dado el cambio climático. Pues, una persona necesita entre 7.200 y 8.600 litros de oxígeno, lo que equivaldría 22 árboles, para que produzca lo necesario para vivir. Cada árbol aproximadamente absorbe entre 10 y 30 kilogramos de CO2 al año, 0,41 hectáreas con árboles (el equivalente a tres canchas de fútbol) produce suficiente oxígenos al día para la persona.
Entre tanto, al circular mayor número de vehículos sea automotores o motociclismo, como viene sucediendo últimamente en diversos sectores de Montería, trae consigo consecuencias como el tráfico, lo que origina que distancias cortas se recorran en tiempos más largos y un mayor consumo de combustible, por tanto más contaminación de CO2ntaminación y ruido.
La misma correlación de condiciones climáticas y su relación con los cambios de vegetación y fauna, pero en temperaturas diferentes, captaron la atención de los viajeros extranjeros, entre ellos, colonos españoles y franceses, que anduvieron por el territorio Valle Río Sinú, a lo largo del siglo 19, fue el comienzo de la deforestación de las selvas del medio y alto Sinú. De ahí, a partir de 1820, surge la Industria Maderera del Alto Sinú, comandada por franceses. Igualmente fluye el esclavismo en contra del hombre originario del Sinú.
Claros ejemplos nos aporta las condiciones climáticas de los siglos anteriores, tomando referencias del territorio Sinú, respecto los procesos sociopolíticos vinculados con las transformaciones ambientales desde la perspectivas teórica de la ecología política, como un campo académico busca criticar y caracterizar los fundamentos de la Justicia Ambiental y la sobreexplotación de los recursos o mejor, cualquier problema ambiental es necesario vincular su análisis, con las funciones sociales de producción y la distribución del poder. Ejemplo, vincular los problemas socioambientales de Córdoba, con el Plan Nacional de Desarrollo (2023 -2026) al Eje Temático – Justicia Ambiental- Producción Sostenible- Atención y Mitigación al Cambio Climático- Gestión del Agua”.
En ese norte, obvio asociar la conflictividad socioambiental cordobesa en esos sentidos, debido a ninguna intervención humana, la mayoría de los ecosistemas hallarse comprendidos dentro de la distinta flora y fauna que los conforman, serían insuficientes, merced al desarrollo de un equilibrio que garantice su propia supervivencia por medio de la biodiversidad. Sin embargo, para ello, en el pasado la mano del hombre ha sido letal, por lo que el no cuidado de sus interacciones ha sido la causa para la desaparición de las especies.
Hasta inexplicable, haber contado el Departamento de Córdoba con un ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, pero solo, multiplicarse el crecido deterioro ambiental. Sobre todo, 21 mil años atrás de la hazaña Zenú del drenaje, hoy organizaciones aborígenes, científicos nacionales y europeos hagan balances satisfactorios del estado de los recursos naturales en territorios ahora críticos y de los mismos impactos ambientales, sociales y culturales provocados por la construcción de obras y la destrucción de los bosques tropicales, además, acciones de la minería ilegal.
Fijarnos en el problema del progresivo deterioro ambiental y social, registrado hace muchísimos años en el territorio departamental, de lógica aparece la minería ilegal entre otros agravantes. Cuando sobre el suelo cordobés han sido detectadas alrededor de 12 mil hectáreas de ese nivel, concretamente en los municipios de: Ayapel, Montelíbano y Puerto Libertador, subregión sureste del San Jorge. Lugares estos, donde 12 años atrás (fuentes de Portafolio), se alcanzaron descubrir 106 minas formadas de manera ilegal, Subcuenca hidrográfica del San Jorge departamental.
El fenómeno socioambiental de las Minas Ilegales, suele encajarse en un sistema de ciertas creencias o maneras de ver el mundo por ejemplo, en actitudes diferentes con respecto al medio ambiente y a los demás seres humanos que generarán determinados comportamientos o conductas ecológicas. Lo que en conjunto determina la cultura ambiental que identifica a los pueblos, en este caso, la gran masa humana alrededor de las minas ilegales.
En relación con el tema de las minas ilegales, se carece de adecuada cultura ambiental, como alternativa que preserve el medio ambiente, concretamente, la situación del mercurio ligado con el agua y los sedimentos en Ciénaga de Ayapel, se encuentran en una forma muy tóxica, donde los animales allí vivientes, especialmente peces, lo más seguro pueden ingerir fácilmente y de tal situación llega a las cadenas alimentarias.
Importante aclarar, el mercurio ocasiona una reducción en la actividad microbiológica vital para la misma cadena alimentaria terrestre. Qué en el caso de la subregión San Jorge, habitada en este 2023 por 356.174 personas de los ocho municipios que la componen; solamente este único problema socioambiental, sobre el 19,781 de la población total cordobesa, es el principal generador de la crisis alimentaria estimada en el 46,67%, donde aparece igualmente, la pobreza multidimensional, extrema, moderada y monetaria, que asociada con la miseria subregional, arrojaría un desequilibrio social del 54,89% de los 356.174 pobladores.
Esta misma línea referiros a la pesca o producción pesquera de la ciénaga, se ajusta a la actividad agrícola, dos causales de vida de la subregión San Jorge, incrustadas en la problemática o conflicto socioambiental. Por ende, cada uno de los ocho pueblos impacta en sus recursos naturales y en su sociedad de forma particular. De ello dependen, ya a nivel departamental que el tratamiento a los problemas ambientales involucre la necesidad no solo de un enfoque educativo, sino también cultural, es decir, la actividad humana que aborde desde los valores, las creencias, las actitudes y los comportamientos ecológicos.
Entonces resulta práctico afirmar aquí, esto trata de la cultura ambiental, siendo la manera como los seres humanos se relacionan con el medio o el ambiente.
Foto: Reflejos de la pobreza extrema
Conflictos naturales muy posible hasta no saberse o desconocerse sus dimensiones reales, suceden en todo el territorio departamental de Córdoba, hace muchas décadas, pero acentuados en los 32 años de políticas neoliberales, que, tanto en los 30 cabeceras y 320 áreas corrigementales, distribuidos en: infrahumanos, vulnerables, suburbiales y tuguriales, entre otros, son habitados por un aproximado de 130 mil familias que conforman 520 mil personas, equivalentes al 28,88% del potencial humano regional. Solía ser el cuadro de la pobreza extrema regional del siglo 21.
Ese grueso número de personas registran factores de vida desastrosos, situación social, no solo en lo alimenticio, así mismo, refugio, aire y energía. Son lugares a orillas de los ríos, caños, quebradas, barrios y demás sitios territoriales. Entre quienes se cuentan: desplazados por la violencia armada, hacinamientos, andariegos, inmigrantes, nativos desprotegidos, desempleados, entre ellos. De los cuales, los suburbios de Montería se dinamizan en unos 30 sectores. Mientras sobre la Subcuenca Río Sinú, Caño Bugre y Ciénaga Bajo Sinú, gran número aparece albergado en viviendas levantadas sobre terrenos aluviales, constituyendo alta peligrosidad de ocurrir eventuales derrumbes o deslizamientos de tierras movedizas.
Los conflictos medioambientales, generados por la enorme deforestación de bosques tropicales, venida desde la colonia, las minas ilegales, las erosiones en 236 puntos del Río Sinú y los 126 kilómetros costeros, sobre una gran parte territorial, son unas de las causales de la generalizada crisis alimentaria del casi 70% de la población departamental.
Así mismo, el enrome basural principal contaminante del medio ambiente, es otro “cuello de botella” que sacude la población departamental. Sobre todo, cuando actualmente se carece de serias políticas públicas que mitiguen ese fenómeno mediante el sistema modernizado de procesamiento de los residuos o desechos sólidos del ámbito territorial. Donde aparentemente se cuenta con rellenos sanitarios a medias, Loma Grande de Montería, repleto de problemas y Las Tángaras”), Clara astucia y estrategia de “empresa las Tangas”, donde aparece la multinacional Siempre Limpio”, al parecer socia del mismo.
De lo que va corrido el presente 2023, a pesar de existir tres espacios acaparadores de basuras (Loma Grande y Las Tángaras) entre ellos, sobre el área departamental un 68,77% tanto en calles, corredores o vías de carreteras primarias y secundarias, pululan rimeros de basuirales. No obstante carecerse de censos oficiales, por las empresas supuestamente en aseo, CVS y alcaldías locales, al 28 de septiembre de 2021, se generaban 7.548 toneladas de basuras en promedio mensual, equivalente a 90.576 toneladas año en el departamento.
Datos confiables confirman sin embargo, cada habitante cordobés estaría generando 1,2 kilos de basuras por día. En el 2022, la generación de residuos en los primeros cinco meses (enero a mayo) fue de 69.589 toneladas el 3% superior que lo generado en la misma época de 2021 de 69.382 toneladas.
Relleno sanitario o botadero de basuras a cielo abierto de Loma Grande Montería, ya en sus casi 30 años, tras sobornarse cantidades de alcaldes por las empresas multinacionales, generando miles de miles de millonadas de pesos por el cobro de pésimo aseo al usuario local; su pésimo manejo administrativo, serían entonces la contaminación de las fuentes de agua superficiales y subterráneas. Lo grave, la gran vecindad humana tanto de Montería, Ciénaga de Oro, Chimá, Momil, Purísima y hasta Lorica incluso, sufre los efectos medioambientales.
Tal sistema de “Relleno Sanitario” por su estado desuso; de acuerdo con la Divulgación Académica, desde octubre de 2017, seis años antes, viene planteando implementar en el país diferentes alternativas de tecnología térmica para la disposición final de residuos sólidos que no posean un impacto tan negativo para la población y su ecosistema como el que generan los rellenos sanitarios.
Siendo los tales rellenos una “bomba de tiempo” para la ciudadanía en general, es necesaria la conciencia ambiental, de la que se carece en nuestro departamento. Entonces corresponde echar manos de las “creencias ambientales”. “Ellas por supuesto, sirven como una estructura o mapa que guie u oriente los procesos cognitivos y que motiven contribuyendo a la comprensión de cómo los valores, las actitudes y los comportamientos se relacionan y de las condiciones en que los mismos permanecen estables o se transforman”.
Caminar o trajinar el espacio geográfico ambiental cordobés, significa encontrarse con hechos curiosos en que, el reportero investigador llega a identificarse con su misma problemática medioambiental y social, ahí donde las cosas de la vida son incógnitas de narrar y ocupar los hilos literarios.
Todo ello, nos hace idear a estas instancias, guardar o conservar la importancia que los valores tienen en la vida del ser humano, dignos de ofrecer y garantizar las prioridades valorativas y producir un comportamiento pro-ambiental, tal lo afirman ambientalistas universales, Schwartz, por ejemplo, tras proponer que las necesidades básicas de los seres humanos se transforman en valores específicos.
En este sentido, se habla de tres necesidades, siendo ellas: 1) Las necesidades propias de los seres humanos como organismos biológicos: 2) Los requerimientos de acciones sociales coordinadas: 3) Las necesidades de supervivencia y bienestar de los grupos. Estas premisas nos indican la ruta que debe abordarse por la sociedad humana cordobesa a partir de ya, de cara a lograr metas de consolidar otro estilo de vida desde otras perspectivas biológicas que aterricen hacia un territorio de ambiente ordenado. En donde, el ser pueda ubicarse desde su propio medio de vida que logre alcanzar el “Medio Ambiente”.
Igualmente, nos hace reflexionar por posibilitar la Sentencia T-194 de 1999, escondida caprichosa y corruptamente, de forma abrupta, por los correspondientes gobernadores (periodo 2000- 2023), con ellos, sus alcaldes, concejales y personeros de los 14 municipios miembros de la Cuenca Hidrográfica Río Sinú.
Foto: ciénaga grande bajo Sinú
Sentencia la cual, tras permanecer dormitando en papeles, y, mantener viva la problemática medioambiental de los ecosistemas o humedales, Ciénaga Grande del Bajo Sinú, entre estos, conocidas áreas de reservas naturales, partiendo desde el Nudo o Parque Natural Nacional de Paramillo, todo un complejo natural y que, la multinacional “Siempre Limpio”, aspira quedarse con el relleno de Montería, sobre pagó los costos de unos terrenos de área protegida, generando daño ambiental; son parte de las hasta ahora contabilizadas cartográficamente Un millón 513 mil 936 hectáreas. Del total de 2’506.822 hectáreas departamentales, equivalen al 60,39% del espacio físico territorial cordobés.
Este tema, de acuerdo el Banco Mundial, ejemplarizando asuntos de los recursos naturales, caso evidente como el millón 513 mil 936 hectáreas de áreas protegidas en el Departamento de Córdoba, ese 60,39% territorial, son partes también de abastecimiento de agua, fuente principal para cultivos alimentarios. Hallarse entonces, la rica biodiversidad de fauna y flora que aspiramos contarse con otros ordenamientos ambientales.
“Qué el 21, sea el siglo auténtico de las realidades ambientales para el Departamento de Córdoba, y que, con inyecciones económicas salidas del Plan Nacional de Desarrollo, pero con otras clases de administradores públicos, percibir otros ángulos visionarios, como el Dragado del Río Sinú, el surgimiento desde aquí de la Ley de Río y el Viaducto Ciénaga Grande, entre otras proyecciones.
Fines prioritarios: retornar la navegabilidad fluvial y fortaleza hidráulica del Río Sinú, como fuente principal hídrica e histórica departamental, descubierto en 1511, las bonanzas de miles de toneladas de variedades de peces, y que, las presentes y futuras generaciones puedan compenetrarse con el “Bocachico”. Revivirse las culturas ancestrales aborígenes perdidas; poderse drenar y resplandecerse toda la hidrográfica, para así, acentuar el verdadero y vital Medio Ambiente que recupere las especies ahuyentadas por la mano depredadora del mismo ser humano. Pues, el Medio Ambiente es donde nos encontramos.
(Fuentes bibliográficas: Investigaciones Periodismo Ambiental MILENIO- Ideam- Bayón y Morejón-Sociología Ambiental –OMS, DANE - Economía tradicional)
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