Foto: El sombrero de vueltas, adonado con la camisa florida, más que la fisonomía de un “músico” de bandas pelayeras antiguas; constituyen el emblema de tipología “Sinú” del hoy: educador y gran periodista de radio: GUIDO MARIANO ESCOBAR GONZÁLES: garzonero raizal como el “fumar calillas” en velorios.
Las aguas encontradas en choque espumoso de corrientes tormentosas del otrora Río Sinú, entre su antigua ruta principal con el meandro atravesado sobre Boca la Ceiba, bañando el pueblo de “Garzones”, son piezas sociohistóricas que demarcan la geografía hídrica del mismo valle y adorna las costumbres del entorno natural.
La atarraya confeccionada de pitas, nudos y guindas de bolitas en plomo; huecos pequeños e hico colgante, tirado al cuello del pescador ducho, metido a medio cuerpo sobre el agua verduzca y olorosa a “chere” o el tradicional “bocachico”, fueron épocas vividas por el habitante de las riberas de la fuente hidrográfica.
En ese hervidero ambiente tropical, nace una “muchachera” inconfundible y perversa con las hazañas riadas, dentro de las cotidianas costumbres de las “subiendas o subas” de pescao, en las noches de los “siete de diciembre”, vísperas a las fiestas patronales de la “Concepción” del día ocho.
El jocoso atarrayero y pescador del Sinú, Felipe Guerra, ahora en los tiempos presentes, cuando las aguas sumergieron sobre el suelo arenoso y aluvial, toda una serie de cosas, generan nostalgias en el habitante garzonero.
GUIDO MARIANO ESCOBAR GONZÁLES: nativo de esa comarca de familias laboriosas y apegadas a la tradición pesquera por excelencia, seleccionado lector de MILENIO, lagrimea al ser tocado por tales hilos sensibles:
Entre sonrisas y apretadas de dientes, exhibiendo sus características muecas, expresa: “Al principio me dio muy duro el cambio de cultura cuando llegué al Quindío. Quería regresar a mis raíces pero a pesar del regionalismo de la poca, tuve gente buena que me apoyó y me hicieron sentir como un quindiano más”.
Esos espacios de los que, las muchas generaciones de garzoneros marcaron rumbos de sus vidas, copan la atención también de Guido Mariano, de acuerdo su descripción: “Tuve una infancia feliz, con las limitaciones propias de una familia numerosa como la mía.
Hasta la edad de 15 años que viví en Garzones, mi etapa juvenil se desarrolló entre el estudio y el trabajo; debo reconocer que siempre fui disciplinado, trabajaba para ayudar a mi familia, por mi formación nunca me llamó la atención la vida social que incluyera licor, cigarrillo o droga”.
Guido Martiano, contemporáneo de otros muchos nativos garzoneros, aún radicado en tierras frías y templadas del Eje Cafetero, su identidad sigue en pie. Su habla, sus costumbres y ademanes de “buen conversador” de cuentero en velorios garzoneros, donde la humareda del fumar “calillas” del tabaco “rodriguero”, la empata con su edad adulta:
“Después de 43 años de habitar en este bello territorio, le agradezco a Dios y a esta bella gente por haberme acogido.
La tierra donde nací la llevaré por siempre en mi corazón y a pesar de la distancia viven en mi memoria los mejores recuerdos de Garzones:
Sus atardeceres, su gente, la brisa, la playa, los juegos con mis amigos de infancia, mis amigas y los primeros encantos”.
Foto: Gran GUIDO MARIANO, disfrutando en familia uno de sus actos sociales, compenetrando la euforia del “sinuano- Zenú”, que le hace formalizar los principios de educador y periodista radial.
“Hablar a solas”, entre veces sobre los rinconcitos de los antiguos patrios garzoneros, acompañados de tusas y hojas de plátano secas, eran costumbres pueblerinas. Defectos de los hombres amantes al uso del micrófono y las narraciones.
Guido Mariano, al pisar suelo quindiano, ya tatareaba letanías de muchacho hablador por los filtros sonoros de la Radio. En esa misma coyuntura, se hizo “docente”, tras sus estudios profesionales universitarios. Por medio de las ondas hertzianas de la Radio Nacional en cadena, se constituyó en “narrador” de fútbol. Llegando a ser un hincha del equipo “Deportes Quindío”. Su eco de voz roncona y gruesa la explotaba en cada jugada de los juegos del combinado: “Goooooooooooooooool, deeeeeeeee miiiiiiiiiiii Quindíooooooo”-
“Quindío me regaló una bella familia; mi esposa, mis hijas, son el eje de mi felicidad y razón para vivir eternamente agradecido con Dios.
Hay una relación muy estrecha entre las dos.
Un buen periodista, un buen comunicador debe prepararse intelectualmente todos los días, igual pasa con la docencia.
Se hace pedagogía en ambas, buscando orientar de la mejor manera para aportar a la formación del conocimiento humano.”
Guido Escobar: Dando respuesta a la tercera y última pregunta del presente reportaje, culmina: “Mis raíces, mis antepasados, lo que somos.
Gente buena, sincera, hospitalaria.
Orgullo de llevar la sangre indígena”.
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