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JULIÁN PINTO BUENDÍA: LAS ENSEÑANZAS PERDURAN

La posa exhibida por JULIÁN PINTO BUENDÍA, pudo ser fotografiada sobre la calle antigua  Las Flores, brisando hoy 210 años. La misma que logramos conocer 80 años atrás, pero sigue teniendo los  pocitos de aguas encharcadas.  No cementada porque,  sobre ella,  nacieron muchas figuras de las  literaturas.

  

HUGO BUELVAS POSADA: PERIODISMO DE  LA HISTORIA 


Doña Berta Vertel Hernández, la señora bondadosa y respetable del pueblo, soltaba palabritas de historias vividas. Útiles revolver la mente en el siglo 21, para cotejar cosas pertinentes a la par evolutiva del  tiempo poblano de Mateo Gómez.  


JULIAN PÍNTO BUENDÍA, conocido como el Maestro Julián, sin dudas es el personaje seleccionado,  con fines de ilustrar a niños y jóvenes de las actuantes generaciones humanas, respecto los otros modelos o diseños de la Educación en general. 


Agradeciendo al médico y profesor universitario en Bogotá, Boris Julián (nieto), revolver su archivo fotográfico, hemos conocido otras semblanzas del juvenil JULIÁN PINTO, que habíamos tratado sobre el final de los 50, llegando a ser uno de los tantos adiestradores académicos, de modales conducentes de enseñanzas amoldadas a aquella  época. 


Centrarnos en el Maestro Julián, conlleva a escribir un voluminoso texto literario, contando o refiriendo sus  anécdotas, sus historietas sensibilizadas años atrás del siglo 20. De él,  nos quedó demasiada enseñanza, de formas de escribir, hablar, leer y compostura humana en sociedad. Sin olvidar los ferulazos dados en las  manos  peladas, en medio de las jornadas de clases. A este señor, ninguno de los centenares de alumnos, jamás le  pudo sacar un cinco en escritura de las planas. La máxima calificación  era de 4. 


La oratoria guiada al vocabulario era  precisa del aprendizaje para la  pronunciación de las  palabras.  Fue entonces, donde aprendimos a conocer y tratar la ortografía. Su genial método de enseñanza, era ajustado al sistema educativo de la primaria, iniciado  en  Colombia  en 1815. Tiempos de la Conquista española. 


Tratando hoy por recordar nuestros condiscípulos o compañeros de aulas, sobre aquel gran salón de la casona de palma, no encontramos para el presente en el pueblo Mateo Gómez. Antonio Toño Pinto Lora (hijo) pero reside en Santiago de Cali. Orlando Charro Paternina  Carreño, de mayor edad, recluido en silla de ruedas hace años en el barrio Primero de enero.  


Si clarifico recuerdos, el Maestro Julián, siempre lucía pantalones Caquis, camisas mangas largas y abarcas  tres  puntá. Su principal delirio era la regla alargada, usada para imponer  orden y  respeto  en  las  clases. Su fuerte tono de voz lo contemplaba a través de dictados escritos con tizas encima del tablero color negro.  


Las sanas y  buenas costumbres que aún conservamos en el pueblo, se le deben al Maestro Julián. Único hijo de Leticia Buendía. Nostalgias causa recordar aquellos tiempos infantiles. Conviviendo entre el mateogomero sincero, honesto y trasparente. Porque, la sociedad de hoy, es dura por conocerse. 


La Calle Las Flores, la misma donde nacimos, era la del Maestro Julián.  La que para esta nueva época la  llamamos Calle de Las Letras. Por nacer y vivir además, los periodistas y fundadores de los semanarios Erial y Esfuerzo,  Aquileo  Rodríguez  Florez y Eustorgio Sierra Caro. Igualmente, Antonio Navarro Flores, primer y único parlamentario del pueblo y  ponente de la Ley  novena por la que fue creado el Departamento de Córdoba. 


Hablar de nuestra calle, también es, mencionar los  hermanos  Claudio y Antonio Pinto Lora, nacientes  en la misma. Ejemplo fehaciente, existir aunque otros  diseños, la  casona construida sobre 1878 por Santiago Pérez. En ella, las primeras clases dictadas por el Maestro Julián, fueron en la  coloquial casa,  el  año de 1916. Epoca  existir  solo las viviendas de los González, Gracia Florez, Ana Dolores Castro Alvarez (nuestra abuela), Bartola Pacheco, los hermanos Padrón y Víctor Ramos sobre la  antigua orilla  del  río.  


Aprovechar el momento, en destacar páginas del libro No me entierres en la   nieve y otros relatos. Escrito por Boris, pero, narrado por su padre,  el extinto Cayo Pinto que, el maldito virus del Covid  lo asesinara en  Bogotá. Obra literaria  donde se habla algo de  historias de  la hoy  Calle  de  las  Letras. 

 

 

 
 
 

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