Entre los soplones aires frescos primaverales, los rayos lunáticos resplandecían embrujados con claridades y sombras fantasmales, explayando griterías, palmadas, abrazos, bebedora de licores, gentes corriendo por todos lados y, algunos más que otros, pegados a los trozos de radios, atentos de los resultados electorales de la jornada presidencial del domingo 19 de abril de1970.
En los pueblos aldeanos, casas de palmas abundantes, temperaturas bajas, el eco de las voces era percibido a largas distancias, ante las pocas viviendas y menos habitantes, donde solo se transitaba de a pie, a burro o en bicicleta. La gran mayoría de pueblos de noches oscuras por la escasez del sistema eléctrico.
Los tres únicos radios transistores traídos de Cartagena, hacían invadir las casas de Miguel Muñoz, Generoso Naranjo y Bartolo Calvo, una con otra, entre 50 y 200 metros de distancias. El gentío apostado en las afueras al oído puesto a los resultados emitidos por las estaciones radiales contando los votos, en esa noche, como de costumbre, la entonces velocidad radial corría mucho más rápida que la anticuada Registradoría Nacional.
Ya los relojes de paredes marcaban las siete de la noche en el aldeano caserío. Un rincón bucólico de la cuenca del Río Sinú, ubicado entre Montería y Cereté. Cuando el agua extraída del río o de los pozos rutinarios, era totalmente pura. Escuchándose cada año las piezas de la música de viento. Los dos traganiques, las tradicionales parteras de pueblos. Registrando la otra cultura del sinuano, esa misma noche dominical había generado gran expectativa en los seguidores del candidato presidencial, General Gustavo Rojas Pinilla, por el partido Alianza Nacional Popular –ANAPO.
Fueron los suspiros bombeados de caciques azules tradicionales, entre otros, en abarcas y de sectas lauro-alzatistas, seguidores del Frente Nacional, en rechazo al golpe de Estado contra el santandereano Laureano Gómez. Una corriente circulada por toda la geografía cordobesa y capitaneada desde Bogotá.
Marcando los relojes las 8 de la noche tenebrosa, los “rojistas”, conformaban la mayoría de los radioescuchas esquineros. Mientras que, en Montería, Remberto Burgos Puche, mayordomo del “ospinismo” disfrazado de “pastranismo”, la lengua se le trababa más, por el susto de la noche, cuando los datos electorales, comenzaban a popularizar el triunfo de Rojas Pinilla. Siendo momentos de angustias en que, toda la “Burguería” ensuciaba los pañuelos de alcohol y mentol “KQ” untado en las narices, que les alejara los hipos.
Las ondas hertzianas de La Voz del Sinú, ubicada en el segundo piso, avenida primera. Dirigida artísticamente por Toño Sánchez, la única en permanecer enlazada nacionalmente. Donde, desde el master central de Bogotá sobre la calle 18, Antonio Niño Ortiz, periodista boyacense, director general del Circuito Todelar de Colombia, barría y copaba la full sintonía radial. Precisamente, 10 y 55 de la noche, en que, el General Rojas, contabilizaba millón 235 mil 679 votos superando a Pastrana por 113 mil 721, que marcaba millón 121 mil 958 sufragios.
Siendo el instante eclipsado de la noche del 19, alargada por cierto hasta las primeras horas del lunes 20 en que, el país nacional cambia radicalmente de panorama electorero. Siendo exactamente las 11 de la noche dominguera, en que, Antonio Niño Ortiz, suspendió definitivamente las transmisiones de los resultados electorales.
A partir de ese momento crucial, la noche helada de Bogotá, el palacio de Nariño o Bolívar, comienza a emanar chimeneas humaradas, tras la encerrona de toda la militancia del Frente Nacional que veía como se caía de manera lenta pero fuerte. Es cuando a las 11 y 11 de esa horrible noche, por la cadena nacional suena la voz de Antonio DíazGarcía, entonces ministro de Comunicaciones ratificando la orden dada por El Tigrillo Noriega, Ministro de Gobierno del mandato Carlos Lleras Restrepo y fiel escudero de la Casa Ospina. Ordenándose a las estaciones abstenerse de divulgar resultados globales y solo dejar que la Registradoría diera el veredicto definitivo.
No obstante, el Tigrillo anunciaba una ventaja de Rojas sobre Pastrana de 1’235. 679 votos sobre 1’121.958 votos con tan solo una diferencia de 113 mil 721 votos a favor del general. De inmediato, se alarga la “churria burguera”, en que, la casta azulosa ya comenzaba a ver cómo podría derrumbarse el imperio de los “Berástegui” tras las imposiciones del esclavismo negro procedente del feudalismo colonial.
Ese lapso de horas, entre la pesadumbre del frentismo nacionalista de la noche dominical del 19. Al día siguiente, lunes 20, cuando en el pueblo de Antonino todavía cantaban 100 gallos al mismo tiempo, el resultado era favorecedor al huilense Misael de 1’368.981 votos mientras el boyacense Gustavo 1’366.364 votos, y en los días posteriores los guarismos favoreciendo el padrecito de Andrés, aumentaban considerablemente, donde estalla la revuelta nacional en cuestionar el sistema electoral, del eventual “fraude”.
A resumidas cuentas electorales: la Registradoría Nacional, con el Consejo Nacional Electoral, certifican el triunfo de Misael Pastrana Borrero con 1’625.025 votos para el 41,2% y Gustavo Rojas Pinilla 1’561.468 para el 39,6% donde gana el tan solo el 1%.
Del total de los 218 presidentes colombianos, la elección del domingo 19 de Abril de 1970 ganada por el conservador del entonces Frente Nacional, Misael Pastrana Borrero, ha sido la más sucia de la historia, hallarse así mismo el debacle del rancio sistema bipartidista republicano que, ahora, 32 años después intentó regresar con los comicios de junio del 2022 entre Gustavo Petro y Rodolfo Hernández.
Desde tales episodios, Colombia vive 33 años de terror, pánico y miedo, hasta peor que todas sus guerras. Registrarse en el suelo patrio las “elecciones contaminadas”, en donde, impera la corrupción y toda clase de vejámenes antipatrióticos y antidemocráticos. Siendo la noche horrenda del domingo 19 de abril, el origen del movimiento 19 de abril o “M-19”. Que en nueva oportunidad, se publicarían crónicas más a fondo de la vida histórica nacional.
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