Foto: Parte superior a blanco y negro, imagen tomada por Justo Manuel Triviño Sánchez, ingeniero nativo de Cartagena, año 1871, venido a Montería y enamorarse de las aguas del Sinú. Trabajar en la demarcación geográfica, autor de variedad de fotografías. Dicha imagen, refleja una de las tantas épocas de la Montería de antes, pleno Parque Las Cabalongas, correspondiente alrededor de un siglo.
La fotografía de abajo a full color, tomada por el lente MILENIO hace contrastar aquel otro lugar Las Cabalongas, que hoy en otro panorama hace testimoniar la historia de la ciudad capital.
Fueron días de otras épocas. Las horas contadas viendo las sombras del caminar de a pie y por los dedos de las manos, hasta columbrando el rechinar del sol, escondido entre ramales de la arboleda frondosa y coquetona cerca al Río Sinu.
Mañanitas y atardeceres en que, el boga remaba su palanca a la canoa. El arriero de agua a múcura y calabazos saltaba del Puerto Grande. Las aves cundían y los pájaros trinaban con fuerza.
A todas las horas, los peces saltaban y las garzas multicolores, blancas, negras y azulosas sobrevolaban el espacio del Sinú. La tortuga de agua dulce sesteando sobre la piedra negruzca. El atarrayero mojado, atraía la multiplicidad de peces, revueltos entre “bocachicos”, bagres y cachamas blancas. Solían vivirse los espacios románticos del ambiente rutinario, sobre diversos sitios céntricos de la “Montería del ayer”.
La música era conocida por el sonido del chiflido, al esparcirse el eco de la voz fuerte del hombre de río. Como, entre veces también, el gritar de la boga a todo pulmón.
Eran los tiempos del amarre con cáñamo de la “burrería” (machos y hembras) sobre los palos gruesos, divisándose a la distancia hileras de asnos, en los cuales se transportaban campesinos de sitios lejanos y cercas, ubicados a la margen izquierda, atravesando el emblemático barrio Pica Pica o ahora Juan 23. Todos los fines de semanas llegar a la Montería y realizar sus compras de mercar.
Qué agradables serían repetirse para este septiembre 2023, todos esos momentos vividos y disfrutados sanamente por las generaciones humanas de antaño. Instantes en que¸ al otro lado o extremo del Río o margen derecha, aparecían otras hileras de burros y buras sujetadas a los postes, pero pertenecían a las mujeres “bolleras”del pueblo Mateo Gómez.
Épocas en que, el andar de a píe era libre y descomplicado. No habiendo la mínima zozobra de temor por el atropello de un carro, por ejemplo, el pito de una motocicleta. Entre veces, se percibía el sonido del pitar de las lanchas arrimando al Puerto de Atraque, sobre las inmediaciones de las calles 34 y 35.
El registro periodístico que hoy hacemos, habla de fechas vividas entre fines del siglo 19 y comienzos del 20. Pero, este miércoles 27 de septiembre del 2023, cuando pasamos de a pie, sobre los alrededores de la nueva fisonomía de la “Avenida Primera”, optamos por fotografiar el sitio o trayecto entre calles 30 y 31, extremo izquierdo de la vía pavimentada; al recordar frases de Pascual Orozco, historiador nativo de San Andrés de Sotavento; reírse a carcajadas: “Bello era el Parque las Cabalongas, con su clima fresco”.
Contaba Pascual, “mientras la temperatura en el resto de Montería marcaba 20 grados, el Parque Las Cabalongas un máximo de 15”. Ese parque, tan hablado por los monterienses de antes, debió ser construido los últimos años del siglo 19 o de 1.800.
Siendo lugar seleccionado, el día 20 de julio de 1928, para la colocación del busto en memoria a Pedro Vélez Racero, extraordinario poeta y político, natural de Montería, quien vivió en Cartagena y murió en Bogotá en 1900. Pues, la memoria no alcanza haber conocido tal estatua.
Este nuevo andar por los lares del antiguo y emblemático Parque Las Cabalongas, situado sobre el piso del “lineal Ronda del Sinú”, tuvimos el alcance curioso de disparar el lente fotográfico, con fines de componer una secuencia “ayer y hoy”, mostrando las dos épocas del cómo era Montería, digamos un siglo antes.
Hoy, para asomarnos al sitio “extinto Parque las Cabalongas”, tardamos largos minutos, mientras damos pasos a los vehículos y motos. Conveniente comparar los tiempos del ayer con los de ahora, muy distintísimos, unos y otros. Claro: otros, sobrevivir soportando un “calor extremo” por arriba de siete puntos del Cambio Climático.
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