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mileniolarevista

LUCHO ARTETA: COSTERO VASCOCÉS.


Luego de trajines en vaivenes, surcados durante más de ochenta años: pisando callecitas secas y mojaditas del pueblo Juan de Acosta, Luis Ernesto Arteta De la Torre, desde su reposado hogar currambero, caminando con el mismo toquecito de los pies pequeños, peinado a las orillas de la cabeza; trata de buscar los orígenes De la Torre.


Nacido sobre las aproximaciones del centro poblado de Juan de Acosta, tierra “sabrosa para los amoríos”, en una casa de palma, sus primeras salidas a la calle, escabullarse de doña Rosa, era ir a las playas donde sobre la arena blanca, dibujaba cositas especies de romances “julianos”. Término este, aparejado con los tiempos de los años 50, en que, las muchachas conquistaba con su hermosura de cuerpos y los pelaos quedaban enloquecidos.

Pues, ahora, Lucho Arteta, revuelve esas cizañas de la infancia, tirando a pasearse buena parte del universo, hasta llegar a la provincia de Vizcaya en España con fines de saber la procedencia de su apellido segundo De la Torre.


Entre veces, por las noches barranquilleras, Eliana, hija, percibe algunas voces que suenan al aire, siendo las del profesor Lucho Ernesto, divagando respecto para él, que sería pisar las calles de Vizcaya.


Lucho, el coloquial costero, se afana por llegarle muy pronto el día deseado por embarcarse en un aparato volador desde el Ernesto Cortizzo y aterrizar en la Madrid de las brujas. Por cierto, llegar a saber de manera perfecta el idioma Vasco. Las costumbres ancestrales de esa otra naturaleza humana y hacer comparaciones con los paisanos costeros que se aferran no salir, aunque, muchos renieguen retornar a los suelos primarios.










Raticos de aires libre, sobre la Iglesia de Las Flores.


Su paso por las riberas del Sinú que brotaba abundante agua. Río cruzado por Nel Silvestre a puro nado, comer bollo limpio entonado con café negro. Ir a cine tanto en Cereté y Montería, a puro pedalazos de bicicletas con “El Pielroja” y Alvaro “carpintero” Morelo, vestir elegante, solo beberse dos cervecitas por bailes sabatinos; le dejan demasiados recuerdos del pueblo Mateo Gómez.


A su edad madura “Arteta”, ha recorrido gran parte de Colombia y el continente llegando a los Estados Unidos. Bebedor de wikis, conversador se la pasa ideando los escritos de: José Cariaga Hernández, persona costera que con moldes de letras artesanales logró escribir el libro “Tiempos históricos”, dedicados a Juan de Acosta.


Así también, en sus ratos solitarios, allá sobre el rinconcito de su casa “Ñera”, Arteta De la Torre, toma un viejo lápiz comprado en la tienda de Euclides, donado por Capocho y Sapo Triste, años atrás, además de un cuaderno por El Churry, intenta escribir su pasado.

Escritura que marcaría la literatura costumbrista de Simón el costero y el “Gran Moli”. Dos personajes de su Juan de Acosta. Creyendo aunque cegato lanzar su primer y único libro, a los 500 años de su natal, en el 2043.


Ahora, a sus regresos a la cabaña Villada, al lado de Santa Verónica, al meterse a las aguas saladas del Caribe; renueva las escrituras sobre las arenas marcando su ”Juliana”.

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