Al parecer el Universo de electrones y protones es uno apenas entre los muchos universos existentes. No todas las estrellas y los planetas del espacio están compuestas de átomos, al menos esa parece ser la conclusión a que han llegado los astrónomos que han analizado los datos suministrados por el satélite telescópico de rayos X denominado “Chandra”. Según tales datos hay dos objetos estelares descritos con las denominaciones: RXJ1856.5-3754 y 3C58, ambos de una pasmosa densidad, que bien pueden ser estrellas formadas por “quarks” que, como sabemos, son las partículas elementales que la fuerza nuclear fuerte mantiene unidas en los protones y neutrones del átomo.
La conclusión de los astrónomos en relación con el descubrimiento del “Chandra” es que este telescopio ha descubierto un tipo de materia totalmente nueva. Suponen que las citadas estrellas fueron ocasionadas por el colapso del núcleo de una supernova y que sus átomos sufrieron una implosión que dio lugar a un “inmenso nudo de neutrones”. Pero el comportamiento de tales estrellas no encaja con las de neutrones, que también son bastante densas, y de allí sacan la conclusión de que se trata de estrellas formadas por “quarks”. Una cucharadita de materia de una de estas estrellas, dice la NASA según el periodista Joel Achenback, “pesa tanto como todos los autos, camiones y autobuses de La Tierra”(1).
Es evidente que existe un cosmos aún desconocido. Según el astrónomo Martín Harwit, si acaso habremos descubierto apenas una tercera parte o la mitad de todos los fenómenos y objetos del universo en el cual vivimos y podríamos tardar muchos siglos más en desentrañar todos los misterios de esa gran parcela estelar. Poco se sabe, por ejemplo, de la llamada “materia oscura”. Y es apenas natural que así sea, dada las limitantes del conocimiento humano. No obstante, Stephen Hawkings sostiene que el neutrino bien podría ser una forma de esa materia oscura, no suficientemente conocida, pero cuya existencia se supone porque tendría la función de frenar el proceso de expansión del universo.
Hace muchos años, exactamente el 18 de julio de 1971, publiqué en el Magazín Dominical de El Espectador de Bogotá un artículo titulado “El enigma de la Protomateria”, en el cual comentaba las afirmaciones de Werner Heisenberg sobre la existencia de la “protomateria”, una materia anterior a la actual que conocemos y de la que estamos formados. El Gran Universo sería un océano infinito de esa protonotaria, y los universos atómicos, islas dentro de aquél, decían los físicos de entonces. Las ciencias Físicas y astronómicas de hoy se han encargado de demostrar esta afirmación; y la teoría de la posible existencia de cuerpos estelares compuestos por “quarks”, una corroboración mayor y más contundente. La teoría del Big Bang también aporta su grano de arena, en la medida en que demuestra la existencia de los quarks libres antes de la existencia de los protones y neutrones componentes de los átomos.
Así las cosas, hay un tipo anterior de materia compuesta por quarks y el gran estallido (un agujero negro, según Hawking) no hizo otra cosa que generar la fuerza necesaria para unirlos y formar otros cuerpos llamados protones y neutrones, con los cuales se formó este universo atómico en el cual vivimos y que tiene su fin señalado porque es posible, si la tesis del “Big Crunch” es correcta y el proceso de expansión del universo es seguido por uno de contracción, que toda la materia atómica regrese por otro agujero negro a ese Gran Universo de Protomateria, del mismo modo que un río de energía después de haber cumplido su ciclo de Fuego.
¿Qué existe en ese otro universo de protomateria? ¿Es acaso la fragua del Creador? No lo sabemos. El Papa le observó al científico Sephen Hawking que “no debía indagar en el Big Bang mismo porque se trataba del momento de la Creación y por lo tanto de la obra de Dios”. Pero es posible que del otro lado del gran agujero negro que es nuestro origen exista una fuerza que sea comparable con el espíritu universal de la filosofía tomista o con la idea absoluta hegeliana, pero material, solo que de una naturaleza diferente.
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